Actriz y poeta, Isabel Ordaz acaba de publicar La geografía de tu nombre, libro de poemas. La filosofía, nos dice, ayuda a hacerse preguntas que sacien la necesidad de saber propia del ser humano y a «salir de la prisión del yo».
1 ¿Por qué se acercó usted a la filosofía?
La necesidad de saber, de conocer, es algo consustancial al espíritu humano. Me inicié con El Principito, para mí, un libro altamente reflexivo, metafísico. Y esta sed nunca acaba. Pensar acompaña mucho, ya lo decía Machado, el bueno: «…converso con el hombre que siempre va conmigo, quien habla solo espera hablar a Dios un día».
2 ¿Cree que ese interés repercute de alguna manera en su profesión o en su forma de ser?
Absolutamente. Mi oficio es sentir curiosidad, hacerme preguntas. Entiendo la filosofía como un viaje hacia el sentido, también hacia lo otro, hacia los otros. Esa tendencia hacia lo universal de la filosofía, como del arte, nos hace salir de la prisión del «yo» y sentir empatía por lo común.
3 ¿Qué libro filosófico le ha marcado y por qué?
Siempre me gusta volver a Hannah Arendt. De Eichmann en Jerusalén surge su conocido pronunciamiento de la banalidad del mal. Más allá del contexto, su afirmación me revela la importancia del compromiso personal a la hora de hacer y estar en el mundo. Política es ser y estar con los otros y asumir también nuestra responsabilidad individual hacia su salvación o condena.
4 ¿Qué idea o pensamiento suyo debería materializarse, no tardando mucho, por el bien de la humanidad?
Cambiar la mirada. Creo que tenemos una oportunidad histórica. Los frentismos, restos coloniales, propósitos totalitarios, es algo del pasado. Las oportunidades que nos da el progreso técnico es enorme. Podríamos empezar por un pacto global: educación pública universal, sanidad pública universal, garantía de derechos, protección y cuidado de las personas mayores.
5 ¿Qué idea comúnmente establecida en la sociedad debería desaparecer, no tardando mucho, por el bien de la humanidad?
Los nacionalismos me parecen muy peligrosos. Forman parte de ese pasado que nos tiene atrapados y nos empuja a la venganza perpetua. A la historia no se le puede hacer un by-pass. Desde luego, no hablo de desmemoria, pero la mirada hacia atrás ha de tener perspectiva y, sobre todo, nosotros vamos a estar aquí un rato, vendrán otros y habrá que dejarles la posibilidad de que disfruten también de este jardín.
6 ¿Qué pensador actual le interesa particularmente y por qué?
Pensar o escribir sobre el presente, sobre la actualidad, es muy difícil, nos compromete mucho dado que nos falta el tiempo de la reflexión y la distancia. Hay un ensayo que me gusta mucho porque afronta este riesgo: W. G. Sebald en el corazón de Europa, de Cristian Crusat. Es hondo, está muy documentado y busca acercarse a esa realidad de Europa como un ente o sueño escurridizo y lleno de claroscuros.
7 ¿Una frase filosófica que represente a Isabel Ordaz?
«Cuando mi existencia y la del mundo ya no son sostenibles por la razón, entonces me suelto y sigo a una verdad latente», de Clarice Lispector.
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