Suscríbete

F+ Carta a Javier Muguerza

Manuel Fraijó

0 comentarios

Fragmento de la portada del libro «Diálogos con Javier Muguerza. Paisajes para una exposición virtual», editado por el CSIC.

Imagen a partir de la portada del libro «Diálogos con Javier Muguerza. Paisajes para una exposición virtual» (CSIC). El retrato es obra de Stella Wittenberg.

0 comentarios

Cuando se cumple un mes de la muerte de Javier Muguerza, el filósofo y teólogo Manuel Fraijó recuerda cómo fue la despedida y lo que esta significa para él, para la comunidad y para el pensamiento. Sus palabras nada tienen que ver con los discursos oficiales, muy correctos y también muy fríos. Sus palabras son las de quien lo quiso, lo trató y lo acompañó hasta el final. Por eso son las mejores que se pueden escribir in memoriam.

Por Manuel Fraijó, filósofo y teólogo 

Querido Javier:

Publicidad del Ayuntamiento de Barcelona: Decidim. En què invertir els Pressupostos Participatius a la nostra ciutat. Entra! Participa!
PUBLICIDAD

¡Ya pasó todo! O debería decir: ha pasado un mes desde que pasó todo. Sigo recordándote y recordando aquellas horas en las que familiares y amigos te acompañamos a tu descanso definitivo. Tendrías que haber visto nuestros rostros: en ellos, en la tristeza de nuestros semblantes, se podía leer el gran vacío que dejas. ¡Qué verdad es aquello de que «algo se muere en el alma cuando un amigo se va»! De hecho, la muerte propia no irrumpe de sopetón, viene largamente preparada por las muertes de los seres queridos que se nos adelantaron. Contigo hemos muerto un poquito todos los que te queremos.

El buen obispo catalán Pere Casaldáliga suele decir que, cuando Dios le pregunte si ha amado, abrirá su corazón lleno de nombres. También tu mochila, querido Javier, va repleta de nombres. Nos has ayudado a muchos. Los filósofos de ambos lados del Atlántico te lo agradecemos más allá de donde alcanzan nuestras palabras. Nuestro luto es generalizado. Hemos sido testigos de la facilidad con que dabas tu teléfono incluso al desconocido que se te acercaba en el andén de una estación. Y estoy seguro de que no faltará en tu mochila el nombre de aquel mendigo que te trajiste a la UNED para que le diésemos limosna. Dimos en llamarle «el mendigo de Muguerza». Y, como sabes, no nos portamos nada mal con él.

Para seguir leyendo este artículo, inicia sesión o suscríbete
Otros artículos que te pueden interesar

Deja un comentario