«La distinción entre razón y pasión surge con el inicio de la propia filosofía», nos dice el profesor Eduardo Infante. «Ser filósofo implicaba vivir filosóficamente y esta forma peculiar de existencia significaba, entre otras cosas, un autodominio de las pasiones por la razón. En este sentido, podríamos decir que la división es connatural, pero que el gobierno racional de las pasiones es una construcción artificial que exige un entrenamiento y un esfuerzo constante». © Ana Yael.