Es común el uso de la imagen de la lechuza de Minerva para referirse a la filosofía. La mítica ave siempre llega tarde, solo emprende su vuelo luego de un largo día. La filosofía, de igual modo, después de estar en el mundo, levanta el vuelo de la reflexión y el pensamiento. Así los filósofos vieron con orgullo y cierta soberbia su propio quehacer por siglos. Sin embargo, es cada vez más común hallar artículos de filósofos acerca de asuntos de actualidad y temas acuciantes. La filosofía se unta más del presente y el mundo. El Covid-19 es un ejemplo de estas situaciones donde algunos pensadores no quieren esperar la cómoda tarde para hablar de lo que está pasando. Hecho que aplaudo y animo.
Por Jaime Santamaría, filósofo
No obstante, el Covid-19 parece desbordar cualquier capacidad de análisis, de planeación y previsión; incluso de las ciencias más duras. En este caso, la vieja naturaleza, escurridiza e inaprehensible, nos recuerda con un pequeño sacudón nuestra vulnerabilidad. Estamos frente a una situación que va más rápido que cualquier posibilidad de acción y reflexión. Ahora bien, este hecho adverso no nos debe llevar a la parálisis nerviosa o a la inhibición paranoica del pensamiento.
La pandemia, como cualquier situación límite, nos obliga a pensar no solo en el virus, también nos empuja a interpretar todo el contexto alrededor (este caso global), establecer relaciones no obvias (no solo con la ciencia médica) y poner en duda los valores sobre los que hemos levantado la frágil civilización humana. De hecho, por la situación misma varios ideales que han sostenido nuestra economía, nuestras instituciones políticas, nuestras relaciones globales, etc., parecen tambalear.
Quizá sea un buen momento para filosofar y, a pesar de la obsesión con la precisión, hasta equivocarse en diagnósticos. Afortunadamente, para tranquilidad de la humanidad y descontento de Platón, los filósofos no tienen mucha incidencia en las decisiones que atañen a la economía, la soberanía nacional, la salud pública y, en general, la administración de la vida. Por todo esto, y también por desocupe en tiempos de cuarentena, propongo revisar qué han dicho algunos filósofos sobre el caso límite Covid-19.
Estamos frente a una situación que va más rápido que cualquier posibilidad de acción y reflexión. Ahora bien, este hecho adverso no nos debe llevar a la parálisis nerviosa o a la inhibición paranoica del pensamiento
Giorgio Agamben: estado de excepción y pandemia
Giorgio Agamben, filósofo italiano, sacó un artículo de opinión en diciembre del año pasado, cuando el virus apenas llegaba a Italia, que tituló La invención de una epidemia. Su postura es tajante: se está sobredimensionando una gripe más y con el despliegue mediático se logrará una situación de pánico generalizado; una modalidad del estado de excepción que avalará la intervención militar, el cierre de fronteras y toda una serie de medidas económicas de emergencia.
Para el autor de El poder soberano y la vida nula, dos factores pueden explicar este procedimiento del poder. El primero señala que vivimos en una época en la que toda la política funciona según el modelo del estado de excepción; siguiendo la famosa afirmación de Benjamin, los Estados «democráticos» contemporáneos viven en la excepción, necesitan de la excepción y la producen también. ¡La emergencia deviene la norma! El segundo elemento, conectado con el primero, se dirige al nerviosismo propio de las sociedades posindustriales y consumistas; nerviosismo que necesita, como contrapartida, toda una serie de artificios que producen la sensación de seguridad (seguros de vida, medidas antiterroristas, políticas contra el crimen, más cámaras y vigilancia, etc.). Cuando el discurso del terrorismo se desgasta y no tiene los mismos efectos paranoicos, según el italiano, viene bien un virus como amenaza global. El poder soberano usa un viejo arcana a su favor: la peste o la plaga.
El filósofo italiano Agamben publicaba en diciembre pasado que se estaba sobredimensionando una gripe más y con el despliegue mediático se logrará una situación de pánico generalizado
Jean-Luc Nancy y la técnica soberana
El filósofo francés Jean-Luc Nancy, en una respuesta a su amigo Agamben, sacó un artículo que tituló Excepción viral. Lo primero que hace Nancy es llamar la atención sobre el punto álgido que la interconexión técnica ha alcanzado en el mundo contemporáneo. En el análisis de Agamben, se desconoce el papel de la técnica y su vínculo con la política. Más que sospechar de un poder soberano que mueve los hilos secretos para mantener sujetados a los ciudadanos, debemos reflexionar acerca de los modos en que la técnica es la que impone un verdadero estado excepción; sería una técnica soberana. En este sentido, no se niega el estado de excepción, pero sí hay que modificar su naturaleza netamente política; es un estado de excepción biológico, informático, cultural, etc. permitido por la hiperconectividad en estos tiempos. Ahora bien, para el francés, en la técnica también palpita la esperanza y la solución
Aïcha Liviana Messina: ¿cómo afrontamos juntos el problema?
Para Aïcha Liviana Nessina, profesora de la Universidad Diego Portales, en Chile, la cuestión se juega en una salida que conjugue la postura crítica de Agamben, con respecto a la política, y la actitud esperanzadora de Nancy, en relación con la técnica. Si bien, Agamben parece pecar de ingenuo al creer que el Covid-19 es una conspiración más en la sociedad del espectáculo y Nancy, en el otro extremo, no quiere ver cómo la técnica se vincula con la política y las instituciones, ambos tocan un punto central: la relación con el pánico. La pregunta ahora, como filósofos, quizá no es cuál es el mejor diagnóstico o la mejor salida; en eso, claramente, no tenemos mucha competencia. Pero sí hay algo que merece atención con urgencia: ¿cómo pensamos la relación con un afecto como el miedo o el pánico dada una situación límite?, ¿cómo hacemos frente al problema?
La respuesta se dirige al hecho de que vivimos en comunidad. La filósofa muestra que las actitudes más heroicas y las políticas del miedo coinciden en algo: quieren eliminar el virus (lo otro). Pero ni la política totalitaria ni la técnica más sofisticada se plantean el asunto de cómo vivir con el virus y cómo haremos como comunidad para afrontarlo.
La pregunta ahora, como filósofos, quizá no es cuál es el mejor diagnóstico o la mejor salida; pero sí hay algo que merece atención: ¿cómo pensamos la relación con un afecto como el miedo o el pánico dada una situación límite?
José Luis Villacañas y la confianza en el Estado
El filósofo español José Luis Villacañas, luego de retomar la conversación entre Agamben y Nancy, dice que estamos «ante un atolladero evolutivo». Este tipo de momentos de la historia, donde la cuesta parece empinarse, propicia la creación fantasiosa de escenas apocalípticas. En circunstancias límites como estas, impulsada por el miedo y otros afectos escatológicos, la gente suspende su moral y su relación con la norma. La sensación imaginaria del final puede llevar a la precipitación de violencias y barbaries: un darwinismo salvaje obsceno. El español hace un llamado sensato a atenernos a los Estados. Después de todo, ellos serán lo único que tendremos.
Slavoj Žižek: ¿dónde finaliza la fantasía y dónde empieza lo real?
En un artículo que tituló Un claro elemento de histeria racista en el nuevo coronavirus, publicado en Russia Today, el esloveno Žižek, frente a la información con la que hemos sido bombardeados, se hace una pregunta pertinente: ¿dónde terminan los hechos y dónde comienza la ideología? En ese momento, hace un poco menos de un mes, en un tono sarcástico decía muchas distopías que ya han preludiado el futuro cercano: teletrabajo, ejercicio en casa, yoga por Skype, clases a distancia y ocasionalmente nos masturbamos por la internet. Todo un modo de explotación laboral a distancia. En esta vía, pornhub, un famoso portal porno italiano, abrió las restricciones para que todos los italianos puedan ver el servicio premium gratuitamente, como una clara ayuda «humanitaria» contra el virus y sus efectos. Se cree que este tipo de acciones bien intencionadas contribuye con las medidas de protección.
En otro artículo titulado El coronavirus es un golpe al capitalismo a lo Kill Bill que podría reinventar el comunismo, Žižek, como siempre, lanza afirmaciones osadas y provocadoras. Aquí, dice que la crisis nos puede llevar a modos de vida más allá de los Estados Nación que redundarán en estilos más solidarios y comunitarios. El virus, en una afirmación difícil de digerir, estaría dando un golpe letal al capitalismo y sería cuestión de algunos pasos más antes que caiga el viejo villano.
Más allá de la lectura optimista, me parece más llamativo el inicio del artículo: «La actual expansión de la epidemia de coronavirus ha detonado las epidemias de virus ideológicos que estaban latentes en nuestras sociedades: noticias falsas, teorías conspirativas paranoicas y explosiones de racismo». Una pregunta urgente para los filósofos, frente a la pandemia, es: en la era de la intercomunicación y las redes sociales, ¿cómo se maneja la información?; ¿podríamos hablar de excepción informativa?; ¿qué puede la falsedad?
Una palabra final
Luego del recorrido por estas cinco perspectivas, me gustaría dejar algunas cuestiones sobre la mesa y seguir dialogando. Lo primero es que no podemos ser tan ingenuos para creer que el Covid-19 es simplemente un plan maestro de una conspiración global para sujetarnos y mover los hilos de la economía; esto sería una explicación simplista. Tampoco podemos negar que la política y la economía usan las contingencias para sacar provecho; siempre se puede extraer ventaja de las crisis. El virus no es una creación ideología, tampoco existe en la pureza de la naturaleza como puro dato biológico; todo agente patógeno de este estilo está atravesado, por supuesto, por discursos que afectan las relaciones del poder. El modo como podamos juntarnos y ganar en solidaridad será fundamental para hacer frente, en cualquier caso.
No podemos ser tan ingenuos para creer que el Covid-19 es un plan maestro de una conspiración global para sujetarnos y mover los hilos de la economía; tampoco podemos negar que la política y la economía usan las contingencias para sacar provecho
Asimismo, creo que una situación como esta nos lleva a preguntarnos: ¿cómo pensamos la relación del virus con las Entidades Prestadoras de Salud (EPS)? Esta pregunta, en Latinoamérica, es pertinente y apremiante. El virus dejará al descubierto la situación de precarización del sistema de salud en nuestro continente: un modelo de prestación de servicios de salud, de corte neoliberal, que no ha podido responder a las necesidades fundamentales de un modo satisfactorio. La corrupción sistemática y endémica del sistema de salud, en casi todo el continente, brillará. Además, quedará bien claro que la salud responde a un acceso diferencial que viene dado por la capacidad adquisitiva. Y no es lo mismo vivir en una ciudad que en una región rural con dificultades de acceso y con problemas de sanidad. Por último, habría que preguntar, en estas coordenadas si podemos confiar en el Estado. El llamado de Villacañas, sensato, sin embargo, parece difícil para un pueblo que ha sufrido décadas de abandono institucional público.
Creo que como filósofos, también, debemos pensar sobre el afecto de pánico y miedo que se ha originado; toda una sensación imaginaria de apocalipsis, racismo y egocentrismo. Llamativamente, desde el discurso científico este tema es el menos tratado, pero el que más efectos devastadores puede tener sobre la sociedad y la economía. Aún, con fe, creemos en sujetos racionales que toman decisiones desde la claridad del entendimiento y con un balance de los argumentos; nada más alejado de la realidad.
Por último, deberíamos preguntarnos por el estatus de la información y desinformación que ha circulado por medios oficiales y no oficiales. Quizá estamos en un punto límite de la historia, un atolladero donde una fake new podría desatar una histeria colectiva con efectos sociales dramáticos o incluso, en un tono hiperbólico, ocasionar el desplome de bolsas. Golpes que, una vez más y como siempre, afectarían mayoritariamente a los más vulnerables y empobrecidos.
Sobre el autor
Jaime Santamaría es filósofo, investigador de REC-Latinoamérica y profesor de la Universidad del Norte en Barranquilla (Colombia). Con él hablamos en filosofía&co. cuando escribimos acerca del congreso I Congreso Internacional de Estudios Latinoamericanos & del Caribe, que él organizaba junto con otros filósofos, y cuando planteamos en un reportaje las necesidades más urgentes que tiene en la actualidad América Latina.
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