Si el mes de octubre pasado se celebraban los 500 años de la Reforma protestante, que partiría en dos el cristianismo occidental y provocaría conflictos nacionales e internacionales durante muchos años, el pasado día 18 de febrero se celebraba el aniversario de la muerte de quien hizo posible dicha ruptura: Martín Lutero.
Europa y el mundo no serían tal como los conocemos hoy sin la obra de Lutero, uno de los personajes más famosos de la historia. Martín Lutero (Martin Luther, Eisleben, Alemania, 1483-1546). El año 1517 marcaría un antes y un después, cuando este monje agustino escribió sus 95 tesis, escrito en el que criticaba la decadencia de la iglesia católica y sus prácticas, alejadas de lo que, en su opinión, debía ser el cristianismo. El hecho propició un terremoto como no se veía desde el cisma de Oriente y Occidente (que separó a católicos y ortodoxos), sumándose buena parte del norte de Europa a las tesis de Lutero, una de las principales, aunque no la única, de lo que se dio en llamar protestantismo.
La chispa que provocó la escritura de las 95 tesis estaba en el comportamiento corrupto de la iglesia y el papado, especialmente las denominadas indulgencias, pagos que hacían los fieles a la iglesia para lograr la vida eterna. Lutero, que tras viajar a Roma se había sentido profundamente defraudado por el comportamiento de los altos cargos eclesiásticos de la Santa Sede, sentía que muchos de los procedimientos que se llevaban a cabo y que estaban ampliamente establecidos no tenían nada que ver con el mensaje de Jesucristo que aparecía en la Biblia, de modo que comenzó a fraguar en su mente un análisis de lo que debía ser la fe y de los muchos errores que se estaban cometiendo en la iglesia católica, con el papa a la cabeza.
Las «95 tesis» de Lutero provocarían un terremoto político y religioso cuyas consecuencias son palpables hoy día
Tras el revuelo inicial, Lutero terminaría por romper con la iglesia católica y crearía una doctrina propia en la que la fe personal sería la piedra angular de la iglesia, y la Biblia la herramienta fundamental de los fieles, que debían poder acudir al libro directamente, no a través de párrocos y sacerdotes. En general, Lutero hizo una profunda revisión de lo que era el cristianismo católico, eliminando todo aquello que consideraba erróneo y más relacionado con la política, la economía y el poder que la fe propiamente dicha. Pero, sobre todo, descabezó completamente al cristianismo, de manera que cada uno viviera su espiritualidad de una manera independiente, sin tener que responder ante las autoridades católicas. Con todo esto, Lutero atrajo hacía sí a muchos príncipes europeos, que vieron con especial agrado este nuevo cristianismo: postulaba una religión más personal y moderna, y los libraba del poder del papa y el Vaticano.
Poco a poco, paso a paso, el protestantismo empezó a crecer, tanto en países como en doctrinas (calvinistas, pentecostales, baptistas, presbiterianos, evangelistas, etc.), expandiéndose rápidamente por medio mundo y configurando dichos territorios bajo su propia doctrina, más abierta y menos rígida que la católica. Así, hoy casi el 40% de los cristianos del mundo son protestantes (cerca de 1.000 millones de personas) y su cultura ha marcado poderosamente a algunos países que llegarían a ser grandes potencias mundiales, como Reino Unido o EE. UU.
hoy, casi el 40% de los cristianos del mundo son protestantes
Conceptos como la mayor participación de los laicos en las actividades religiosas, la libertad para casarse y tener hijos de los sacerdotes (o la presencia de mujeres en dichos cargos, como en la iglesia anglicana), la no demonización de la riqueza (que si bien tiene su origen en los trabajos de religiosos católicos de la escuela de Salamanca, tuvo un especial peso en la moralidad protestante) o la independencia tanto de las personas como de los estados de la injerencia del Vaticano y las diferentes instituciones religiosas, configuraron sociedades que, pese a vivir igualmente bajo las enseñanzas de la Biblia, se desarrollaron de un modo diferente. Esas llamémoslas “singularidades” son visibles hasta el día de hoy, aunque en la mayoría de los países occidentales la religión está en retroceso. Las personas y sus acciones son fruto de las ideas que las guían, y los países son fruto de las personas que los forman y las actividades que realizan. Siendo la religión, más en el pasado que hoy, el gran baluarte de la moralidad de buena parte de la población, es obvio el tremendo peso que la elección de una fe u otra iba a tener en la realidad de cada territorio. Y así ha sucedido.
Nada de esto hubiera ocurrido sin la labor de Lutero. Si bien su intención no era la de romper el cristianismo y escindirse, su trabajo provocó una cascada de sucesos difícilmente previsibles por su parte. Lo que es innegable es que su papel transformó el mundo tal y como se conocía anteriormente, y que las sociedades en las que hoy vivimos son consecuencia de dichos actos, con sus virtudes (que las hay) y sus defectos.
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