Miquel Seguró aborda, experimenta y transmite la filosofía en todas sus facetas y dimensiones. La enseña: es profesor de Filosofía de la Universitat Oberta de Catalunya; la estudia: es investigador de la Càtedra Ethos de la Universitat Ramon Llull; la lee y la analiza: dirige la revista académica Argumenta Philosophica, de Herder Editorial; la cuenta: colabora de forma habitual en programas de radio y televisión y en periódicos; la escribe: es autor de varios libros, sobre los que iremos hablando a lo largo de este encuentro filosófico; y, sobre todo, la vive. «El gran qué de la vida es la vida misma. Son esas preguntas que nos asedian sin poder dar nunca una respuesta definitiva», nos dice en un momento de esta entrevista.
En La vida también se piensa cuenta que, en un encuentro con antiguos compañeros, estos se sorprendieron de que usted «se ganara la vida pensando». Así que parece que decidió explicar en 220 páginas a todo el que pudiera sorprenderse por lo mismo cuál es la función de la filosofía y el valor del pensamiento en nuestra vida diaria. Háganos spoiler: ¿pensar es productivo?
El libro ya se me venía anunciando años antes. Algunas amistades me habían animado a escribir una especie de introducción a la filosofía, lo que yo sabía que superaba mis capacidades. Además, ¿qué se podría aportar de nuevo a lo ya publicado en el campo de las introducciones a la filosofía? Sí veía factible, en cambio, probar de despertar algún tipo de interés, ya no por la filosofía en sí, sino por la propia reflexión, la del día a día, la cotidiana. Porque de eso va la filosofía, de la vida, y «la» vida son cosas muy concretas y situaciones, anhelos, paradojas, muy reconocibles y hasta compartibles de los lunes, martes, miércoles…
Así que el libro va de eso: a través de una posible visión del mundo, la mía, trato de contagiar la pasión por la filosofía y darle la vuelta a los tópicos contrafilosóficos más recurridos. Eso de que la filosofía es como una paranoia, o de que la ciencia lo explica todo, o que con el amor se eclipsa la razón, por ejemplo. Tópicos que, si bien esgrimen críticas legítimas a algunos modos de hacer filosofía, son ya filosóficos, porque asumen una determinada visión de las cosas y validan unos a prioris. Pretendiendo, además, aunque infructuosamente, cerrar el debate.
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