En una entrevista que Gene Swenson le hizo en 1963, Andy Warhol destacó el carácter emocional de sus primeras creaciones artísticas. Antes de convertirse en el icono internacional con que todos relacionamos su nombre, el joven Andrew Warhola ilustraba publicidad para diversas marcas neoyorquinas. Como se trataba de un dibujante más, Warhol debía adaptarse al estilo y forma que la editorial exigía. No obstante, pese a esta aparente socavación de su libertad creativa, en las palabras extraídas de la entrevista con Swenson se refleja la subjetividad con que realizaba dichos encargos. El método de trabajo y la adecuación a estilos comerciales específicos hacían de ese trabajo un acto mecánico, sin embargo, existía en todo momento sentimiento. Una huella del artista que Warhol decidiría borrar. Quería ser una máquina, producir obras de arte mecánicas y desprovistas de cualquier rastro humano.
La reproductibilidad en el arte de Andy Warhol es el tema sobre el que gira la última exposición que CaixaForum Madrid dedica al artista, Warhol. El arte mecánico, abierta hasta el 6 de mayo. La muestra se inicia tratando su carrera como ilustrador publicitario. Estos dibujos distan plásticamente del estilo pop que adquiere su posterior producción, no obstante, se percibe una cierta intención de desvincular su trazo de la pieza. El artista norteamericano realizaba algunas de sus ilustraciones a partir de una técnica de impresión llamada blotted-line, la cual se basaba en la superposición de una hoja pintada con tinta con el diseño deseado a otra en blanco. Warhol prefería esta técnica porque suponía olvidar el dibujo original para quedarse con su impresión.
Intención antropológica y filosófica
Cuando a partir de 1960 descubre la serigrafía, técnica de grabado que le permitía prescindir de cualquier rastro de dibujo, Warhol centró su producción en esta nueva forma de trabajar. Por aquel entonces, Nueva York estaba cambiando de rumbo artístico. El expresionismo abstracto de Motherwell, Rothko o De Kooning comenzaba a verse obsoleto. Los artistas de la llamada Escuela de Nueva York basaban su producción en la manifestación más cruda y visceral de su individualidad, para lo cual concebían técnicas pictóricas gestuales que conformaban enormes lienzos abstractos. Tanto en Europa, donde la crítica había alzado a los artistas informales (Tapiès, Fautrier, Burri) como la generación dominante del espíritu traumático de la posguerra, como en Estados Unidos, los artistas más jóvenes comenzaron a volcar sus intereses estéticos a la vida, a la relación entre esta y el arte. En lugar de retratar sus personalidades e inquietudes a través de la abstracción gestual, autores como John Cage, Yves Klein o Robert Rauschenberg se fijaron en las realidades que les rodeaban, no desde una mirada mimética (entendida como la representación ilusionista de lo real), sino desde una intención antropológica y filosófica. Reelaboraron lenguajes artísticos, crearon otros nuevos, para así unir el arte a la vida y abandonar el elitismo de las vanguardias. Los intereses de Warhol iban por caminos parecidos. Debido a su intención de borrar la huella humana de su producción y su deseo de crear como una máquina, pensó que debía representar los rasgos que rodeaban su vida de una manera anónima. Todos aquellos elementos que definían su vida y la de sus semejantes, tratados de una manera general y superficial para ser mostrados sin ninguna vinculación individual.
Debido a su intención de borrar la huella humana de su producción y su deseo de crear como una máquina, Warhol pensó que debía representar los rasgos que rodeaban su vida de una manera anónima
Imágenes esencia del consumismo
En este momento comenzó su interés por la cultura popular y los objetos y personalidades que la conforman. En algunos trabajos de su etapa como ilustrador publicitario se veían botellas de Coca-Cola o personajes de cómic, sin embargo, hasta los años sesenta no determina su deseo por representar objetos populares. Todos conocemos las latas de sopa Campbell y los retratos que realizó de manera póstuma a Marilyn Monroe, que plasmó a partir de una fotografía que le habían hecho a la diva norteamericana. En las múltiples efigies que Warhol hizo de Marilyn, que están expuestas muchas veces en grupos grandes, vemos una imagen divinizada de la actriz. Una suerte de icono religioso que evidencia cuál era la devoción moderna: el consumo. Los dioses de Hollywood eran consumidos a partir de sus imágenes, las cuales Warhol sacraliza en su práctica artística. A partir de la reproducción mecánica (en este caso, serigrafía), crea piezas que son bienes de consumo por derecho propio. Los objetos y las personas que representa en serigrafías y pinturas son tratadas desde una técnica plana, sin vinculación con el trazo del autor. Warhol iguala la botella de Coca-Cola con la efigie de Elvis Presley, trata ambos sujetos de una forma superficial y banal. Warhol era un productor de imágenes mediáticas que, al ser expuestas de esa forma, se convertían en la esencia del capitalismo: objetos insustanciales dispuestos a ser consumidos.
Los dioses de Hollywood eran consumidos a partir de sus imágenes, las cuales Warhol sacraliza en su práctica artística. A partir de la reproducción mecánica crea piezas que son bienes de consumo por derecho propio
Parodia de la producción en masa
El proceso creativo y productivo de Andy Warhol no se puede comprender sin mencionar la Silver Factory, un estudio situado en la East 47th Street de Manhattan al que se trasladó en 1964. Este espacio no sería un taller ordinario: se convirtió en la personificación de la estética y el trabajo del artista. Durante cuatro años, The Factory y Warhol eran un ente que funcionaba como una máquina. Como su peluca, el estudio estaba empapelado en color plata. En su espacio, Warhol creó literalmente una fábrica en la que sus asistentes y modelos trabajaban siguiendo el modelo de producción capitalista. Quería ser una máquina, y para ello necesitaba hacer que su estudio funcionase como tal. Se creaban serigrafías, pinturas, esculturas de forma mecánica, en una suerte de parodia de la producción en masa. Objetos impersonales carentes del aura que Benjamin afirmó desaparecía en cuanto una técnica permitía la reproducción exacta de una obra de arte.
También existía un fuerte contenido experimental en el estudio. Se convirtió en un hervidero cultural donde las grandes personalidades del momento no cesaban de entrar. Allen Ginsberg, Bob Dylan, Stephen Shore o Lou Reed pululaban por las estancias plateadas, contribuyendo a crear un lugar de subversión artística donde todo estaba permitido. Warhol atrajo a muchos outsiders que carecían de apoyo institucional para darles protagonismo a partir de fotografías, obras de teatro o los screen tests, películas de tres minutos que retrataban en movimiento a una persona. Un lugar de libertad donde sexualidades disidentes intercambiaban experiencias con la burguesía neoyorquina. El cine cobró una importancia singular en la Factory; se rodaron películas experimentales que cuestionaban los presupuestos habituales del medio. Una serie de piezas que planteaban nuevos sujetos, como Sleep, realizada a partir de un larguísimo plano de un amigo del artista durmiendo.
La fantasía de Warhol se truncó en 1968. Valerie Solanas, escritora feminista, entró en el estudio, que carecía de seguridad, y disparó en el pecho a Andy Warhol. El artista norteamericano no murió, pero las heridas emocionales que aquella bala dejó en su persona jamás se borraron. Solanas fue criticada hasta la saciedad, sin embargo, este intento de asesinato mostró ciertas sombras que existían en The Factory. Considerada feminista radical, muchas voces afirmaron que el disparo tenía como objetivo acabar con la vida de un hombre blanco empoderado. La propia Solanas negó en reiteradas ocasiones tales conexiones, puesto que el intento de homicidio había sido causado por la precariedad que existía en el estudio de Warhol. Valerie había propuesto algunos textos para teatro al artista, quien los rechazó tajantemente. Meses después había cogido algunas ideas de la escritora para sus propias creaciones. Tampoco le pagó en ninguna ocasión, lo cual generó una crispación en Solanas que terminó en el condenable y terrible acontecimiento.
Este hecho causó la previsible clausura del estudio, generando profundos cambios en la actividad artística de Warhol. A partir de este momento, enfocó su práctica a un modelo empresarial en el que importaba más su marca que la experimentación y reflexión. Su arte continuaba siendo mecánico e intencionalmente banal, sin embargo, el enfoque se había transformado. Adoptó una forma de producir más efectiva y mediática, que le encumbró como el artista más famoso de América. Este giro continuaba siendo una oda al consumo, pero desde una perspectiva más comercial y menos estética. Se convirtió en el prototipo del artista businessman, en detrimento del artista como máquina.
Warhol. El arte mecánico. CaixaForum Madrid. Paseo del Prado 36, Madrid (España). Abierta hasta el 6 de mayo.
Después la exposición podrá verse en el Museo Picasso de Málaga, Calle San Agustín 8, Málaga (España), del 31 de mayo al 16 de septiembre.
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