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Bienestar animal: cuando la ética y la economía están de acuerdo

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El bienestar animal no está reñido con el rendimiento económico. La imagen a partir del libro de Fabiola Leyton Los animales en la bioética, de Fabiola Leyton, publicado en Herder.

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Que la onda expansiva de los derechos ha de llegar al mundo animal es algo que cada vez menos gente pone en duda. Pero por si la ética sola no se bastara, en este reportaje se explica que también la economía se une a la causa del bienestar animal. Un argumento definitivo incluso para los más resistentes.

Por Rocío Pérez Benavente/Agencia Sinc

¿Qué se te pasa por la cabeza cuando piensas en una granja? Si te vienen recuerdos de excursiones escolares o imágenes de cuentos, déjalo: esa granja platónica con casa, establo y corrales donde un puñado de animales corretea por los prados verdes hace mucho que no existe. La gran mayoría se parece más a una fábrica: grandes naves industriales en las que viven de media unos 3.000 animales organizados en jaulas o corrales. Ya no es tan bonito, ¿no? Es que solo de esa forma pudieron criarse en 2016 en la Unión Europea 89 millones de cabezas bovinas, 147,2 millones de cerdos y 87,1 millones de ovejas.

En la actualidad, las granjas son lugares automatizados, con flujos constantes de movimiento de animales, en los que la comida y el agua sale de dispensadores automáticos regulados con precisión. Se calcula cuánto tiempo y alimento hacen falta para que el cerdo o la vaca alcancen el peso ideal de la forma más eficiente para después trasladarlo al matadero y vender su carne. Al fin y al cabo, esto es un negocio y el ganadero quiere maximizar sus beneficios.

Que en la actualidad una granja sea un lugar automatizado, más que un paisaje bucólico, no debería significar el infierno para sus animales

La idea resulta escalofriante para muchos ciudadanos que preferimos no saber de dónde sale la comida que llena los estantes del supermercado. Porque, si preferimos saber, es fácil pensar que la de estos animales es una vida de miedo, sufrimiento y dolor.

No maltrates a quien te da de comer

Sin embargo, la industrialización de las granjas no debería significar automáticamente que sus animales vivan en condiciones de maltrato. «Piensa que, para un ganadero, los animales son sus recursos. Puede sonar frío, pero es así. Y nadie maltrata los recursos que le dan de comer», explica a la Agencia Sinc Arancha Mateos, investigadora del Departamento de Bienestar Porcino de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid.

«Siempre hay un descerebrado que es cruel con su ganado, pero eso no es ni mucho menos habitual por una cuestión ética, pero también de lógica y economía», añade la investigadora. También científica: la calidad de vida de los animales de ganado influye en la velocidad a la que crecen y en el estado final de su carne.

La calidad de vida de los animales de ganado influye en la velocidad a la que crecen y en el estado final de su carne

La ciencia del bienestar animal (que no se centra solo en los de granja) ya es parte indispensable del esfuerzo general por mejorar la calidad de los alimentos, y cada vez se percibe un vínculo concreto más evidente entre ese bienestar animal y la seguridad alimentaria. «Las amenazas al bienestar animal, incluyendo la inmunosupresión inducida por el estrés, la dispersión de patógenos en sus alimentos o las modificaciones genéticas, pueden comprometer la salubridad y seguridad de los alimentos», explica un capítulo publicado en la monografía Food Chain Quality de la editorial científica Woodhead Publishing.

El texto continúa advirtiendo que «el crecimiento de la ganadería orgánica tiene sus propios desafíos en cuanto a bienestar animal y seguridad alimentaria en lo que se refiere a la seguridad de los animales, la prevalencia de enfermedades parasitarias y la presencia de residuos tóxicos en los alimentos producidos». No hay por tanto una forma de ganadería, ni intensiva ni orgánica o ecológica, que esté libre de preocupaciones sobre el bienestar animal y la seguridad para el consumidor.

La ciencia del bienestar animal ya es parte indispensable del esfuerzo general por mejorar la calidad y la seguridad de los alimentos

Las 5 libertades de los animales «sintientes»

La Universities Federation for Animal Welfare es una sociedad que impulsa el uso de herramientas científicas para asegurar y aumentar la calidad de vida de los animales, en concreto de los «sintientes», dentro de los que se incluyen todos los vertebrados, y por ello, todos los animales de granja. Para ellos ha formulado lo que llama las cinco libertades:

  1. Que estén libres de hambre y sed, asegurándoles el acceso a agua fresca y una dieta suficiente y apropiada para que mantengan su salud.
  2. Que estén libres de dolor, heridas y enfermedades, mediante la prevención y, si hace falta, el diagnóstico y el tratamiento rápido de sus dolencias.
  3. Que estén libres de la incomodidad, dándoles un entorno apropiado que incluya un refugio y un área cómoda para descansar.
  4. Que estén libres de miedo y estrés, asegurándoles condiciones y cuidados que eviten también el sufrimiento mental.
  5. Que sean libres de expresar un comportamiento normal, dándoles espacio suficiente, instalaciones adecuadas y la compañía de otros animales de su especie.

¿Invertir en bienestar?

Las mencionadas mejoras en la vida de los animales de granja suponen para el empresario ganadero esfuerzos y una inversión económica. ¿Debería asumirlo? El equipo de Mateos se dedica precisamente a responder a esa pregunta. Como parte de sus investigaciones, han participado en la construcción de una novedosa nave de bienestar porcino en Madrid (en España), muy cerca de Moncloa, con la que persiguen un doble objetivo: por un lado, reducir las emisiones de amoniaco y otros desperdicios resultado de la actividad ganadera porcina, y por otro, analizar en qué circunstancias los cerdos viven mejor en las explotaciones intensivas y cómo eso afecta a su rendimiento.

«La composición nutricional de un filete es siempre casi la misma, independientemente de cómo haya vivido el animal o lo que haya comido, pero sus condiciones de vida influyen mucho en su ritmo de crecimiento, en su capacidad de reproducción y en su vulnerabilidad ante las enfermedades», explica Mateos. El estrés de los animales, explica, es el principal enemigo de los ganaderos, entendiendo como estrés el malestar y la agitación general que los animales padecen cuando están enfermos, asustados o, sobre todo, pasan demasiado calor. «El estrés térmico les sienta fatal. Algo tan simple como que haga demasiado calor hace que no coman y no se muevan, y si no comen, no crecen». Ocurre lo mismo con el miedo: los animales asustados se estresan, pueden ser agresivos y comen menos, lo cual supone menos crecimiento y, de nuevo, menos beneficios.

En una granja, «las condiciones de vida de los animales influyen mucho en su ritmo de crecimiento, en su capacidad de reproducción y en su vulnerabilidad ante las enfermedades», explica la investigadora Arancha Mateos

Los científicos buscan nuevas y mejores formas de controlar ese estrés. El enfoque tradicional consiste en medir los niveles de determinadas hormonas, principalmente cortisol, unidos a determinados cambios de comportamiento e inmunológicos, pero a día de hoy se empiezan a considerar insuficientes estos métodos tradicionales y se recurre a modernas tecnologías de genómica (dentro de la biología molecular, el campo que trata del contenido, organización, función y evolución de la información genética en un genoma completo) y proteómica (conjunto de técnicas encaminadas a la obtención de información funcional de las proteínas), y para identificar biomarcadores y mecanismos moleculares relacionados con el estrés.

Calidad de vida hasta la muerte

Existe un momento en el que ganaderos y veterinarios ponen especial cuidado en evitar el sufrimiento de los animales y es en la antesala a su muerte. Las horas previas al sacrificio del ganado deben ser tranquilas para ellos, sin miedo, sin hambre, sin calor y sin dolor. Si estas circunstancias no se cumplen, pueden sufrir el llamado estrés ante mortem, una circunstancia por la que cambios hormonales bruscos que afectan a la composición química de la sangre y del tejido muscular del animal. 

Un hueco para los animales en la bioética

"Los animales en la bioética", de Fabiola Leyton, en Herder.
Los animales en la bioética, de Fabiola Leyton, en Herder.

Doctora en Filosofía por la Universidad de Barcelona y miembro del Observatorio de Bioética y Derecho de esa universidad, la chilena Fabiola Leyton recuerda de pequeña mirar a los ojos de los animales como un decisivo «encuentro con otro, que necesariamente tenía que ser algo más que un trozo de carne o un ser inferior al ser humano». A las relaciones con ese otro tan especial y específico como los animales dedica el libro titulado Los animales y la bioética. Tensión en las fronteras del antropocentrismo, con prólogo de la Directora del Centro de Investigación OBD, María Casado. El libro responde a la necesidad de ensanchar el círculo moral hasta integrar en él a los animales no humanos como seres sintientes que son y capaces de interactuar con otros seres y con el entorno. Está dividido en dos partes. La primera confronta estas cuestiones con los puntos de vista del utilitarismo, el contractualismo o el igualitarismo. La segunda se detiene con detalle y datos en el uso de los animales en la ganadería industrial y la investigación. Entre las conclusiones, una apuesta por una bioética ampliada e inclusiva, con ganas de superar sus tendencias antropocentristas, donde haya lugar para las numerosas cuestiones que plantea la ética animal.

En un estudio publicado en la revista Journal of Animal Science que analiza las opciones nutricionales para reducir este estrés se explica que «las respuestas fisiológicas al estrés ante mortem incluyen la deshidratación, el desequilibrio de los electrolitos, la disminución del glucógeno en el músculo y la destrucción de grasa y proteínas». Hay que considerar que todo lo que ocurre entre las 24 y las 48 horas previas a la matanza tiene un potencial efecto económico sobre el negocio del ganadero, que va desde una disminución de peso del animal todavía vivo hasta problemas de calidad de la carne a posteriori, identificados con las siglas DFD (dark, firm and dry u oscura, dura y seca) o PSE (pale, soft and exudative o pálida, blanda y exudativa), que hará que esta valga mucho menos cuando llegue al mercado.

Todo lo que ocurre entre las 24 y las 48 horas previas a la matanza tiene un efecto económico sobre el negocio

En un entorno en el que los consumidores cada vez imponen más el criterio ético a sus decisiones alimentarias, tratar bien al ganado es una cuestión económica. No se trata de demonizar al sector ganadero y su industrialización, sin la que difícilmente sería posible alimentar a una sociedad acostumbrada a comer más carne de la que debería, sino de estudiar cómo hacer que la vida de esos animales sea lo más apacible y feliz posible.

Ética animal: algunas objeciones a los reyes del beicon

"Ética animal", de Julia Kockel y Oliver Hahn, en el sello la otra h.
Ética animal, de Julia Kockel y Oliver Hahn, en el sello La Otra H.

Adorables, rentables, valiosos, desechables… El ser humano mantiene una relación controvertida con los animales. Los apreciamos, les reconocemos su valor, pero, en beneficio propio (de la humanidad), no se suele dudar a la hora de masificarlos, modificarlos, maltratarlos e incluso sacrificarlos. No en vano, muchos de los estándares que fijan nuestro nivel de vida se basa en la relación (de superioridad) que mantenemos con ellos. Se usan como base de pruebas para inventos o experimentos alimentarios, textiles, médicos, etc. Los animales son tan vitales para nosotros como el aire. ¿Cómo puede ser que los amemos, pero los usemos y experimentemos con ellos de esta manera? ¿Cómo es posible semejante ambivalencia? ¿Bajo qué código moral se permite tal incoherencia? ¿Qué nos hace pensar que estamos en la cumbre de esa supuesta moralidad? De estas cuestiones va el libro ilustrado que recientemente ha publicado La Otra H y a la última, precisamente, es a la que hace referencia la portada. En ella, un rey (del beicon, como pone en su camiseta), alzado sobre una cumbre, le da una patada a una frágil escalera por la que trepan los otros animales. Con traducción de Almudena Otero, Julia Kockel y Oliver Hahn son los responsables de este cómic para el debate sobre los múltiples conflictos que abre la ética animal.

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Una respuesta

  1. Avatar de Elizabet
    Elizabet

    No me importa si el animal es capaz de razonar, solo se que es capaz de sufrir y, por eso, lo considero mi prógimo.- Albert Schweitzer

    Quienes somos nosotros para decidir que los animales nacieron para ser comidos y que nosotros no….. Nada de que aunque suene frío.

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