Ayn Rand ha vendido, a lo largo de los años, más de 30 millones de libros en todo el mundo. Especialmente gracias a dos de sus novelas, El manantial y La rebelión de Atlas, ambas éxitos editoriales que, sin embargo, han ocultado su labor propiamente filosófica como fundadora de la corriente conocida como objetivismo. Al dedicar la primera etapa de su vida a la ficción, Rand no tuvo tiempo de escribir la gran obra «académica» sobre su filosofía, de manera que tomó su testigo quien fuera su principal discípulo y amigo más cercano, el canadiense Leonard Peikoff. Objetivismo, la filosofía de Ayn Rand es el resultado de ese reto.
Por Jaime Fdez-Blanco Inclán
“La filosofía no es la única causa de la trayectoria de los siglos. Es la causa remota, la causa de todas las otras causas. Si ha de haber una explicación de una totalidad tan vasta como la historia humana, que incluye a todos los hombres en todos los campos, sólo la ciencia que se ocupa de las abstracciones más amplias puede proporcionarla. La razón es que sólo las abstracciones más amplias pueden integrar todos esos campos. Los libros de los filósofos son el comienzo. Paso a paso, se convierten en motivaciones, pasiones, estatuas, políticos, titulares de noticias. La filosofía determina esenciales, no detalles. Si los hombres actúan bajo ciertos principios (y optan por no repensarlos), los actores alcanzarán lógicamente el resultado final inherente a esos principios. La filosofía, sin embargo, no determina todas las formas concretas que un principio puede tomar, o las oscilaciones dentro de una progresión, o los intervalos de tiempo entre sus pasos. La filosofía determina la dirección básica… y el resultado”. Leonard Peikoff.
El libro que faltaba por escribir
Pese a que Ayn Rand fue la fundadora del objetivismo, lo cierto es que es más famosa por sus novelas literarias que por sus obras filosóficas. La rebelión de Atlas y El manantial, principalmente, llevan millones de copias vendidas, y aquellos que se acercan a la figura de Rand suelen hacerlo sobre todo a través de estos trabajos. Y con razón, pues son probablemente algunas de las novelas de contenido filosófico más relevantes que han existido.
Sin embargo, el objetivismo va mucho más allá de lo que está presente en estas novelas. Si bien Rand se dedicó durante la mayor parte de sus últimos años de vida a convertirlo en una escuela per sé, sus libros filosóficos (El nuevo intelectual, La virtud del egoísmo, Capitalismo: el ideal desconocido, Filosofía: ¿quién la necesita? o el Manifiesto romántico) hacían referencia a aspectos concretos de la filosofía vistos desde la perspectiva objetivista.
Faltaba, pues, la gran obra del objetivismo. Aquella que su fundadora no tuvo tiempo de completar. Una obra que analizara qué es esta filosofía, qué defiende y, lo que es más importante, por qué lo hace. Esa tarea es la que se propuso el filósofo Leonard Peikoff, discípulo, amigo y heredero de Rand, así como principal impulsor de su filosofía tras su muerte (junto al Ayn Rand Institute).
“Si el hombre es un ser conceptual, la filosofía es el principal motor de la historia”. Ayn Rand
Objetivismo: la filosofía de Ayn Rand es el resultado de esa deuda, y en él Peikoff hace un repaso concienzudo de la visión objetivista de su fundadora y amiga. La ética objetivista, la epistemología, el arte, la metafísica, la lógica, etc. Sin lugar a dudas, Objetivismo es la obra más completa, certera y propiamente filosófica de cuantas se han escrito respecto a esta filosofía que levanta tanto odios como pasiones.
Una filosofía «para vivir en la Tierra»
Para Rand, el objetivismo tiene un objetivo claro: ser una filosofía para vivir en la Tierra. Una auténtica apología de la razón. La razón como instrumento principal del ser humano y base de todas las demás teorías del objetivismo: «No soy primariamente una defensora del capitalismo, sino del egoísmo; y no soy primariamente una defensora del egoísmo, sino de la razón. Si uno reconoce la primacía de la razón y la aplica consistentemente, todo lo demás viene por descontado. Esto, la supremacía de la razón, era, es y será el principal interés de mi trabajo y la esencia del objetivismo”.
Si en las novelas de Rand uno puede «observar» a personajes que viven bajo los valores del objetivismo, en este libro se da un paso más allá, explicando cuáles son esos valores, una explicación de qué es el pensamiento que rige a los protagonistas de las novelas. Es, por tanto, una herramienta imprescindible para los lectores que se enamoraron de Los que vivimos, Himno, La rebelión de Atlas y El manantial. Una obra que nos ayuda a entender cómo actúa la mente de Howard Roark cuando toma las decisiones que toma; qué temor es el que induce a Dominique Françon a comportarse como lo hace y qué valores son los que comparten Dagny Taggart, Francisco D’Anconia y Ragnar Daneskjold. Es, básicamente, una respuesta pormenorizada y plenamente filosófica (alejada del espíritu novelesco de esos libros) de la gran pregunta que ha hecho famosa a Rand: ¿quién es John Galt?
“Hasta que yo escriba un tratado completo de mi filosofía, el curso del Dr. Peikoff es la única presentación autorizada de la estructura teórica completa del objetivismo, es decir, la única que sé a ciencia cierta que es completamente exacta”. Ayn Rand
Es este un libro que era necesario escribir. Si los artículos de Rand y los comentarios de sus protagonistas levantaron ampollas en su día, en este libro es difícil caer en esas críticas. Y la razón es que lo que en aquellos son sentencias directas -por la concreción del texto- contra la corrección política, aquí son explicadas con todo lujo de detalles. Entendemos el porqué del egoísmo racional de Rand, por qué su apuesta por la libertad y el minarquismo, o en qué errores han caído aquellos que tanto la criticaron (recordemos que Rand es una de las figuras más polémicas y acalladas de la filosofía contemporánea, tanto por la izquierda como por la derecha, principalmente por ser una mujer que no aceptaba ningún código moral por encima del suyo y no permitía que nadie -absolutamente nadie- le dijera cómo debía vivir). Y es también una mirada en profundidad de aquello que más continúa usándose como arma contra su figura: la aparente impenetrabilidad de su filosofía.
Un estudio pormenorizado
El objetivismo es absolutamente radical. No tolera la crítica ni el relativismo. No cede ante justos medios ni toma en cuenta posturas parciales. Es un corpus homogéneo, hermético e inviolable. Sin fisuras. Eso ya lo convierte en plato de mal gusto en estos tiempos de moral relativa y principios “interpretables”. Esa es la razón de que sus críticos la hayan considerado más como una secta que como una filosofía. Y lo cierto es que es comprensible si observamos y extraemos sus sentencias de manera aislada. Por suerte, eso no ocurre en esta obra, porque sus axiomas están perfectamente explicados y, si atendemos a la lógica –recordemos que Rand se consideró, ante todo, una continuadora de la filosofía de Aristóteles, a quien consideraba el pensador más importante y acertado de la historia de la humanidad–, hemos de decir que no hay posibilidad de réplica. Ese es el gran logro de Peikoff: demostrar por qué el objetivismo es lo que es y por qué está en lo cierto.
¿La pega? Es un libro de filosofía. No es una pega en sí, pero aquellos que lleguen a él después de devorar las novelas de Rand pueden llevarse un chasco. Es un libro teórico, arduo y que hay que leer y releer para poder asimilarlo. No goza de la fluidez de los libros de ficción de Rand, ni el estilo de Peikoff puede igualarse a las dotes narrativas de ella, probablemente debido a que la ruso-estadounidense, más allá de su papel como filósofa, siempre fue ante todo una novelista. Y se nota.
“Salvar el mundo es la cosa más fácil que existe. Lo único que uno debe hacer es pensar”. Leonard Peikoff
Rand definió el arte como la herramienta que permitía al ser humano “ver” cuál era el ideal a que podía aspirar. Es una patente en todas sus obras de no ficción. Pese a hablar de economía, de moral, de tradición o de riqueza (conceptos reales), el componente utópico de sus libros es muy grande. No quiso reflejar la realidad del ser humano, sino mostrar a qué nivel de grandeza podía llegar si vivía bajo las ideas adecuadas. Objetivismo nos cuenta, ni más ni menos, cuáles son esas ideas.
Una amistad para toda la vida
En 1951, un joven Leonard Peikoff (1933, Winnipeg, Canadá) realizaría un viaje a Los Ángeles que cambiaría su vida para siempre. Gracias a un amigo en común, tuvo la suerte de conocer a su ídolo: la filósofa, novelista y fundadora del objetivismo Ayn Rand.
De allí nació una amistad que duraría toda una vida, hasta la muerte de Rand en 1982 y que convirtió a Peikoff no solo en el heredero de los derechos de las obras de Rand, sino en el principal impulsor del objetivismo a nivel internacional.
“Estaba excepcionalmente dotada para explicar sus ideas. Era paciente y me recomendó numerosos libros durante las incontables charlas filosóficas que mantuvimos hasta altas horas de la madrugada (…) Me vi atraído por su filosofía, el objetivismo, por su visión del hombre como un ser heroico, con la consecución de su propia felicidad como principal propósito moral de la vida, el logro productivo como su más noble actividad y la razón como su único absoluto”.
Tras mudarse a Estados Unidos y estudiar junto a Rand filosofía, Peikoff se doctoró en 1963. Desde entonces Ha ejercido como profesor universitario y conferenciante a lo largo y ancho del mundo. Aparte del libro Objetivismo, es autor de The DIM hypothesis. why the lights of the west are going out y The cause of Hitler’s Germany.
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