Con La imaginación conservadora, Gregorio Luri afrontó un debate que, al parecer, nadie había querido plantear: la reflexión sobre el fondo y la forma de la ideología conservadora. Y quiso hacerlo, además, de una manera rigurosa y sin estridencias. Tras leer el libro, hemos querido escarbar más en sus tesis en esta entrevista al filósofo navarro.
Por Jaime Fernández-Blanco Inclán
La honestidad es un arma de doble filo. Por un lado, es una virtud tremendamente necesaria, sin la cual es imposible afrontar y resolver los problemas que nos plantea la vida, razón de que sea admirada. Por el otro, es una herramienta peligrosa, que suele despertar rencores y avivar tensiones, especialmente cuando se pronuncia en contra de verdades aceptadas como incontestables. Quizá por eso quienes parecen mostrarse abiertamente sinceros suelen llamar la atención y parecer provocadores, porque para eso uno tiene que hacer gala de un cierto grado de valentía en este mundo donde el postureo y lo políticamente correcto lo inundan todo.
El filósofo Gregorio Luri ofrece en sus obras -que abarcan desde la filosofía a la educación pasando por la política- una visión propia, coherente y sin fisuras, amén de una independencia de pensamiento que resulta refrescante en los tiempos que corren. Y con ese mismo guión ha escrito su último libro, publicado por Ariel, La imaginación conservadora, un tratado en el que el filósofo navarro reflexiona sobre lo que, parece, nadie quería hacerlo en España: la teoría, las bases y los valores que se esconden tras el conservadurismo. Después de leer el libro nos quedamos con ganas de más, así que aprovechamos un café para colarnos en su apretada agenda y hacerle unas cuantas preguntas al respecto. Esto es lo que nos contó.
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