El psiquiatra y filósofo alemán Karl Jaspers dijo que era «uno de los pocos grandes libros de la humanidad» y la librería del Congreso de Washington lo considera uno de los diez libros de mayor influencia en Estados Unidos. Quizás estos juicios sean algo excesivos, pero lo que sí está claro es que nos encontramos ante un libro que, según el profesor Freire, «merece ser incluido en el catálogo de las obras clásicas que constituyen el patrimonio intelectual de la humanidad», pues ha ayudado a muchas personas a encontrar sentido a sus vidas.
Junto con otros libros que ya se han convertido en lecturas imprescindibles para entender nuestro presente (como el Diario de Ana Frank o Si esto es un hombre, de Primo Levi), El hombre en busca de sentido habla de los horrores del universo concentracionario y describe con gran fidelidad el deliberado proceso de deshumanización que se llevó a cabo en este entorno controlado, mostrándonos lo que puede dar de sí la naturaleza humana, tanto para lo malo como para lo bueno. El problema fundamental de nuestro tiempo (la capacidad de la técnica para despersonalizar al ser humano) se refleja ya en este libro mítico que explora los límites a los que puede llegar el hombre cuando se le obliga a vivir en condiciones infrahumanas.
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