El museo Guggenheim de Bilbao acoge hasta septiembre Lo indescriptible, de Jenny Holzer. Una exposición y la oportunidad de conocer la obra de alguien que ha hecho de las palabras el principal material para sus búsquedas artísticas y sus denuncias políticas.
Por Pilar G. Rodríguez
Hace unos meses, las irregulares anotaciones contables del extesorero del PP Luis Bárcenas iluminaban por sorpresa una de las fachadas de la Plaza Mayor de Madrid. Unas horas duró la sorpresa de los visitantes y el misterio de la autoría hasta que se supo que Podemos estaba detrás de la acción. ¿Qué habría pasado si en vez de ese marco hubieran elegido la fachada del Reina Sofía? Pocos días antes, del 21 al 30 de marzo, una serie de textos de diversos poetas habían tomado la fachada del Museo Guggenheim de Bilbao como parte de la exposición Lo indescriptible, de la artista Jenny Holzer. Ella hace eso. Muchas veces trabaja con textos propios o de otros autores, pero también otras muchas toma, por ejemplo, documentos del Gobierno estadounidense que pasan a través de sus instalaciones luminosas. Textos, luz y denuncia son los ingredientes básicos que han vertebrado la carrera de Jenny Holzer. En los últimos años ha vuelto a los orígenes pictóricos, óleos y acuarelas para reproducir a escala, pero fielmente, documentos gubernamentales, incluyendo las partes censuradas: con ellos sigue trabajando el tercer ingrediente mencionado, la denuncia.
Entre las proyecciones luminosas de Holzer hay textos suyos y de otros autores, pero también documentos y declaraciones gubernamentales. ¿No se da un aire a la acción de Podemos en la Plaza Mayor?
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Buscar al espectador
La denuncia estaba presente desde el origen, desde que Holzer empezara a pegar carteles en las calles de Manhattan, invadiendo el espacio público y yendo a buscar al espectador en vez de esperar a que este visitara el museo o la galería de arte. En las calles encontraron su particular sala de exposiciones los Truísmos (Truisms), una lista de más de 250 declaraciones escrita por Holzer a finales de los 70. Son aforismos, máximas o clichés, que reúnen una amplia gama de planteamientos teóricos, filosóficos y políticos contradictorios. Dispuestos en orden alfabético, los Truísmos aparecieron primero en pósteres callejeros anónimos pegados con engrudo por el centro de Manhattan. «Con un letrero o un póster en la calle, dispones del lapso de tiempo que una persona tarda en recorrer unos metros. Con estas frases ofrezco lo que funciona en cuestión de segundos, o en periodos de tiempo ligeramente más largos para aquellas personas que puedan y quieran concentrarse. […] No hay que olvidar que los espectadores son voluntarios».
El material es el mensaje
Desde entonces, el espíritu de los Truísmos –renovado por nuevas frases y textos que resultaban en nuevas obras– ha aparecido en camisetas, gorras, letreros electrónicos, suelos de piedra, bancos… Las sentencias han acompañado a la artista a lo largo de sus distintas etapas saltando de material en material, probando en ocasiones que el medio (y el tiempo) es el mensaje. Ejemplo práctico: no es lo mismo encontrarse la frase Los hombres ya no te protegen en un preservativo en los peores años del sida que en la actualidad posmetoo, esculpido en un elegante banco de granito rojo.
Su relación con este elemento es curiosa. La explica así: «Aprecio y confío en lo efímero e incorpóreo y en la roca firme. Llegué a la piedra como material cuando empecé a hacer exposiciones en galerías. No quería que la gente tuviera que permanecer en pie para leer mis textos en letreros electrónicos. Quería que estuviera cómoda y se tomara su tiempo para observar. Así que pensé en proporcionarles bancos, y se me ocurrió que podía escribir en los asientos y que los bancos debían ser de piedra».
Y prosigue: «Cuando las palabras están grabadas en piedra, se pueden tocar, se pueden leer con la mano, y quizá podrían percibirse de forma distinta a cuando están escritas en papel. El mármol y el granito congelan el tiempo, mientras que los letreros electrónicos y las proyecciones comunican de un modo diferente. Pensé que las hileras de bancos podían hacer que la gente se imaginara salas de espera, tribunales de justicia, hospitales e iglesias, para bien y para mal».
Jenny Holzer en dos palabras
Nacida en julio de 1950 en Gallipolis (Ohio, Estados Unidos), Holzer estudió dibujo y grabado en las Universidades de Chicago y Ohio. A mediados de los 70, comienza a desviar su interés de la abstracción a la palabra: la integra en sus obras. Enseguida esta se volverá el elemento esencial de su carrera.
La palabra, en diversos soportes, ha dado forma a sus ideas artísticas que ha llevado tanto a espacios públicos como a exposiciones internacionales como el 7 World Trade Center, la Bienal de Venecia, los Museos Guggenheim de Bilbao y Nueva York o el Louvre Abu Dabi, entre otros.
La artista ha ido obteniendo los más importantes reconocimientos como el León de Oro de la Bienal de Venecia en 1990, el Premio Cristal del Foro Económico Mundial en 1996 o la Medalla Internacional de las Artes del Departamento de Estado de Estados Unidos en 2017. Además, ha sido nombrada Doctora Honoris Causa por el Williams College, la Escuela de Diseño de Rhode Island, The New School y el Smith College.
Holzer vive y trabaja en Nueva York, a donde se trasladó a finales de los 70 cuando comenzó a trabajar y a tratar con las palabras, pegando carteles en las calles de esa ciudad.
«Protégeme de lo que deseo»
Si hubiera que elegir en su ya larga trayectoria un tipo de obra para identificar a Holzer rápidamente, ese serían los letreros electrónicos. Supervivencia fue el primero de sus textos escrito expresamente para este soporte: las frases, que originalmente aparecieran en grandes vallas publicitarias electrónicas de Times Square y de otros centros urbanos, son concisas y mordaces. Una de las más repetidas y exitosas: «Protégeme de lo que deseo».
En su modo más político, Holzer se ha interesado por la crisis de los refugiados, los abusos de poder, la violencia sexual ejercida como arma de guerra y también en terreno individual… En la exposición de Bilbao esas temáticas están representadas por obras de título revelador como There was a war (Hubo una guerra) o I Woke up naked (Me desperté desnuda).
En este sentido destaca Lustmord, una serie de textos de Holzer escrita en los 90. La palabra es alemana y designa al asesinato cometido para obtener placer sexual. Redactados desde la perspectiva del autor, la víctima y el observador, sus textos abordan el tema de la violencia sexual en sus múltiples manifestaciones. Se lee en los letreros de Purple una sucesión de leds curvos compuesta por 19 elementos que recuerdan las costillas humanas, el escudo del corazón. Pero también recibe ese mismo nombre, Lustmord, una pieza construida a base de huesos humanos, un material que la artista comenzó a incorporar a comienzos de la década de los 90, dispuestos sobre una mesa de madera. Su contundente presencia contrasta fuertemente con las instalaciones robóticas y luminosas –tan habituales en la trayectoria de Holzer–, con las que, sin embargo, comparten fondo y mensaje.
Con la contundente presencia de huesos humanos o desde leds luminosos, los mensajes de obras como Lustmord denuncian la violencia sexual en sus múltiples manifestaciones
En esta línea, la exposición del Guggenheim de Bilbao se completa con Sworn Statement (Declaración jurada). Se trata de nueva obra electrónica que, desde el techo de la sala, denuncia la impunidad de la que a veces se beneficiaron el personal militar y los contratistas del ejército estadounidense ante las denuncias por abusos sistemáticos contra los detenidos en la guerra de Afganistán.
Investigación del lenguaje
La investigación sobre el lenguaje y, en concreto, sobre la relación entre la estructura física y lenguaje toma forma en Ram (Ariete). Esta obra consiste en un panel de leds de más de siete metros de largo, por donde las palabras se desplazan a distintas velocidades por ambas caras, encendiéndose y apagándose periódicamente para, al final, descomponerse en un espectro de colores que baña el suelo. Las diversas velocidades evocan patrones del habla que Holzer describe como «el equivalente cinético de la inflexión en la voz». Con ayuda de la robótica, Ariete se mueve adelante y atrás y gira a un lado y a otro, en alusión al movimiento de los arietes militares o al sexo.
En Ram, las diversas velocidades evocan de las palabras evocan patrones del habla que Holzer describe como «el equivalente cinético de la inflexión en la voz»
Ram contiene una selección de poemas del libro Budowałam Barykade (La construcción de la barricada), de Anna Świrszczyńska. Los textos de esta escritora polaca son habituales en las instalaciones de Holzer. La autora tiene una historia particular: se unió a la resistencia en la Segunda Guerra Mundial y atendió como enfermera voluntaria a los partisanos heridos y moribundos durante el Alzamiento de Varsovia. No fue capaz de escribir sobre esa experiencia hasta treinta años más tarde. Pero pasado ese tiempo encontró la manera de expresar lo indescriptible. Y lo hizo de manera bella. En ese punto su obra vuelve a tocar las palabras luminosas de Holzer. Porque ya sea en palabras o en imágenes, el arte sigue siendo el medio de vencer al silencio y al miedo.
Exposición Jenny Holzer. Lo indescriptible
Guggenheim Bilbao. Av. Abandoibarra 2
Hasta el 9 de septiembre de 2019
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