Con motivo de la exhumación de Franco se habla, más indirecta que directamente, del Valle de los Caídos. Testimonio perfecto de un pasado cainita, el Valle quedará así despejado para convertirse en un lugar de memoria. ¿Se aprovechará la oportunidad? Hablamos con Reyes Mate –miembro de la Comisión de expertos para el futuro del Valle de los Caídos– de su posible resignificación, de los lugares de memoria y de la museización de la misma.
Por Pilar G. Rodríguez
El filósofo Reyes Mate ha puesto a las víctimas en el centro de su trayectoria profesional y vital. Ellas forman parte de esa «indignación existencial contra la injusticia» que, según el propio Mate, ha guiado sus pasos. Conversamos con él largamente con motivo del dosier que dedicamos a las víctimas y donde tratamos temas que llevan su sello como la memoria, la historia, la responsabilidad respecto al pasado, los lugares destinados al recuerdo… Tanto fue así que, ahora que se habla del futuro del Valle de los Caídos, recuperamos las palabras que nos dijo al respecto y dan para otra entrevista: esta.
En su obra La piedra desechada, se lee «a través de la mercantilización y la museización se convierte la memoria en olvido». ¿Cómo no confundir, como se lee a continuación en ese libro, «memoria con efusión afectiva»?
Hay un turismo de la memoria, eso es evidente. El peligro del museo es el olvido. Y pongo un caso. El Museo de la Memoria de Chile me parece un buen ejemplo de lo que es olvido. Es un museo impresionante, pero que está concebido como una experiencia de ‘érase una vez’ sin ninguna conexión con el presente, sin interpelación al presente. Eso es lo que llamo una forma de olvido porque ahí aparece museizado, fosilizado, el pasado. Se trata de un pasado que no forma parte del presente.
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