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En exclusiva para los lectores del espacio Filco+, el primer capítulo de Lo indisponible, escrito por Hartmut Rosa y publicado por Herder, una de nuestras editoriales colaboradoras.

El mundo como punto de agresión

La idea que constituye el punto de partida de mis reflexiones es la siguiente: los seres humanos están siempre ya colocados en un mundo o, como dice el fenomenólogo francés Maurice Merleau-Ponty, son «hacia el mundo». La primera chispa de conciencia al despertar a la mañana o luego de la anestesia, y probablemente también la primera impresión de conciencia de un recién nacido, es la impresión de un presente: algo está ahí; algo está presente.1 Este presente puede comprenderse como la forma originaria de aquello que paulatinamente experimentamos, exploramos y entendemos como mundo; sin embargo, precede esencialmente a la separación entre sujeto y mundo. Partiendo de la forma originaria «algo está ahí; algo está presente », he intentado desarrollar una sociología de la relación con el mundo. Esta sostiene que el sujeto y el mundo no son el presupuesto sino el resultado de nuestra relación con ese presente: poco a poco, en el proceso de nuestra maduración, aprendemos a diferenciar, dentro de ese «algo», entre nosotros como sujetos experienciales y el mundo como aquello que nos encuentra. De esta manera, el talante de la relación constituye lo que somos como seres humanos y también aquello que nos encuentra como mundo.

En las páginas siguientes me referiré repetidamente al sujeto (experiencial) y al objeto (que lo encuentra); sujeto y objeto deben comprenderse aquí como los dos polos —el polo sí-mismo y el polo mundo— de una relación que los constituye a ambos.

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La pregunta fundamental de la sociología de la relación con el mundo es entonces la siguiente: ¿cuál es la hechura de ese algo que está ahí presente? ¿Es benévolo y protector, tentador y promisorio, indiferente y frío, o acaso amenazante y peligroso? A diferencia de los filósofos, psicólogos y teólogos —los cuales se ocupan profesionalmente de la pregunta acerca del puesto del ser humano en el cosmos—,2 sostengo que nuestra manera de relacionarnos con el mundo no está simplemente definida por nuestra condición humana, sino que depende de las condiciones sociales y culturales en las que estamos socializados.

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