La Silla Académica ha entrevistado a Adolfo Chaparro, filósofo y profesor de la facultad de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, en Bogotá (Colombia), autor del libro La cuestión del ser enemigo. El contexto insoluble de la justicia transicional en Colombia. Con él ha hablado sobre la situación de su país y otros temas universales, como la violencia y la paz, la política y los políticos, la izquierda y la derecha…
Por Natalia Arbeláez, editora de La Silla Académica (La Silla Vacía)
En la conversación con el filósofo y profesor Adolfo Chaparro, la filosofía y la política van íntimamente unidas.
En su libro, usted dice que en la base del orden social en Colombia está la distinción amigo/enemigo. ¿Cómo podemos salir de ahí?
Desde la conquista, la violencia es nuestra expresión de lo político. Hasta ahora esa violencia ha logrado dividir al país en amigos y enemigos por períodos intensos y muy dramáticos de la historia. Sin embargo, las preocupaciones de las sociedades contemporáneas son muy complejas y no se pueden resolver con una discusión interminable entre izquierda y derecha. Lo que hoy hay es una preocupación casi básica de los ciudadanos por la supervivencia, por cuestiones como si pueden respirar o tomar agua potable en todos los municipios. El mínimo biopolítico para garantizar la vida.
En ese sentido, lo político, entendido como lo común, como un espacio de encuentro, de debate y de consenso, con toda la diversidad que tiene Colombia, no encuentra todavía un espacio por fuera de la violencia. Cuando se ponen de presente este tipo de urgencias de lo común probablemente tenemos un norte que ya no se basa en las divisiones tradicionales. No estamos en un dilema de derecha o izquierda, de mercado o Estado, de política pública o política privada. No hay una política radical que hoy se pueda imponer.
El proceso de paz y la justicia transicional podrían ser utilizados para llegar a ese punto que hace posible una noción distinta de lo político. Lastimosamente por varias razones ese camino no parece muy viable ahora. Hemos perdido el norte que significaba acabar el conflicto. Vivir el día D: después del conflicto.
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