Clara Serra es investigadora en el Centro de Investigación Teórica, Género y Sexualidad de la Universidad de Barcelona (ADHUC). Su pensamiento feminista se ha centrado en la crítica a la construcción de la masculinidad y en el cuestionamiento de la noción de consentimiento.

En su último libro, El sentido de consentir, del que hablamos con ella en esta entrevista, apuesta por incorporar una visión psicoanalítica al pensamiento feminista, que nos permita una aproximación más fiel y profunda a nuestros deseos y dudas. Además, pone sobre la mesa el problema de dejar los derechos de las mujeres en manos únicamente del mismo poder que contribuye a minarlos.
Hay muchas cosas que me han gustado en su libro El sentido de consentir. Quizá una de las que más ha sido la llamada a revisar los presupuestos reaccionarios o liberales que arrastramos dentro de los movimientos críticos o emancipatorios. Creo que es muy fructífero señalar cómo replicamos con nuestras prácticas políticas los propios presupuestos del sistema. Esto es algo que usted hace con el tema del consentimiento, que parece haberse nutrido del paradigma del contractualismo liberal. Según este paradigma, el sujeto que consiente parece ser un sujeto transparente a sí mismo, cuya voluntad le pertenece y que es capaz de expresar claramente sus deseos o intereses. ¿En qué medida cree que el feminismo necesita desprenderse de una idea tan liberal o fuerte del sujeto y debería, por ejemplo, centrar sus análisis en otros elementos como la comunidad, las acciones, el lenguaje o las formas de socialización?
Creo que estamos ante un tema [el consentimiento] que, en la medida en la que pretende ser una herramienta para delimitar la violencia en sentido jurídico, entra en un territorio donde se convoca al derecho; en especial, al derecho penal. Me parece muy difícil desprenderse de una perspectiva liberal, e incluso contractualista, en el derecho. Es cierto que el derecho ha de contar con una ficción jurídica como es la voluntad, pero esa ficción es performativa, operativa. Parece imprescindible. No me parece renunciable o no veo de qué manera podemos renunciar a ella…
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