Dice la filósofa Cristina Lafont que lleva la defensa de la democracia en los huesos y que, aunque esta no sea perfecta, solo aquellas personas que no han pasado por experiencias de profunda inestabilidad pueden estar dispuestos a apostársela por menos de nada. Hablamos con ella sobre su último libro, Democracia sin atajos. Una concepción participativa de la democracia deliberativa, publicado por Trotta.
¿Cómo surge el libro Democracia sin atajos?
Surge por el miedo a la desconsolidación democrática, algo que no veía posible unos años atrás. De hecho, no pensaba escribir un libro sobre teoría de la democracia, ya que lo veía como algo centrado en el contexto de los estados naciones y mi interés tenía que ver con cómo se podría democratizar la acción política en Europa y luego a nivel global.
Hasta hace unos años la preocupación de los demócratas era la generalización de la democracia a nivel trasnacional, pero con el auge del populismo y autoritarismo el panorama político cambió completamente y de pronto nos encontramos con la sensación, que ahora la guerra de Ucrania lo hace una realidad innegable, de que la democracia está en peligro.
Esto también explica un poco el título del libro Democracia sin atajos, que se refiere a lo que yo creo que es la tentación antidemocrática de la que se nutre todo tipo de autoritarismo, ya sea populista o tecnócrata. Es la tentación antidemocrática por excelencia de buscar un atajo para conseguir los resultados políticos que uno quiere. Con esto me refiero a las iniciativas que permiten obviar o dejar de lado a toda una parte de la ciudadanía que a uno no le gusta o que le parece que tiene ideas incorrectas. Entonces, mi objetivo es mostrar, por un lado, que esos atajos son antidemocráticos y, por otro, que no se pueden conseguir mejores resultados pasando por alto a una parte de la ciudadanía.
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