Experto en literatura comparada y crítico literario, Daniele Giglioli pronuncia esas palabras mientras hablamos sobre su Crítica de la víctima (editada por Herder). El libro propone una reflexión, en términos kantianos, de los orígenes y los síntomas de lo que podría llamarse la «ideología de la víctima» en la sociedad contemporánea.
Por Pilar G. Rodríguez
La reflexión sobre la víctima, la “mitología victimista” y las perversas apropiaciones de ambas le ha llevado a Daniele Giglioli muchos años de trabajo y varios intentos hasta encontrar el tono adecuado a la hora de explicarlas. Que la reacción natural y justa ante una víctima es inclinarse a ayudar, interesarse por ella se entiende sin pensar. Pero como observador social, y formando parte de una investigación de más largo alcance que explica en esta entrevista, Giglioni se ha dado cuenta de que esa inclinación personal se está trasladando e implantado en la sociedad muy fácilmente, revestida de la misma “naturalidad” y sin filtro.

Con estas consideraciones arranca su ensayo: “La víctima es el héroe de nuestro tiempo. Ser víctima otorga prestigio, exige escucha, promete y fomenta reconocimiento, activa un potente generador de identidad, de derecho, de autoestima. Inmuniza contra cualquier crítica, garantiza la inocencia más allá de toda duda razonable”. Giglioni diagnostica y objeta: “La condición de víctima quiere ser una respuesta unánime; pero una respuesta unánime es solo una respuesta falsa –afirma en las últimas páginas de su Crítica de la víctima–, que no permite ver cuáles son las verdaderas líneas de fractura, injusticia y desigualdad por las que se haya segmentado el terreno de las relaciones de fuerza”. En este sentido la víctima sería capaz de anular o inmunizar contra cualquier crítica, construir grandes acuerdos, lo que no ha pasado en absoluto desapercibido para aquellos con ambición de poder.
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