François Dosse, en su Biografía cruzada, afirmó que Deleuze se preguntaba qué valor tiene un pensamiento que no incomoda ni molesta, un pensamiento que no moviliza (sino que, más bien, lo cierra, lo encierra. Deleuze se preguntaba qué valor tiene un pensamiento que simplemente reconoce la forma en la que se da la existencia actualmente, los valores e instituciones ya establecidos y hegemónicos. Esta es, para Deleuze, la motivación para elaborar una nueva filosofía, crear una nueva imagen del pensamiento.
La filosofía de Gilles Deleuze —y la de su amigo y filósofo Félix Guattari— es, sobre todo, un nuevo idioma. Una vez que comienzas a ser capaz de hablar un poco el lenguaje de estos dos pensadores, todo empieza a estar conectado y, a medida que entiendes algo, comprendes mejor todo lo anterior. Como bien señala la filósofa Amanda Núñez: «Deleuze no hace otra cosa que desplegar un mismo sistema a lo largo de todas sus obras».
Resulta ciertamente contradictorio, expone Juan Manuel Aragües —filósofo deleuziano— al principio de su obra titulada Gilles Deleuze (1925-1995), pretender «petrificar en una monografía una filosofía del devenir», como es la filosofía de Deleuze. Una filosofía que pone en el centro el concepto de diferencia, que pone en el centro la multiplicidad y el movimiento. Una filosofía así no puede quedar capturada en unas cuantas páginas, dado que la realidad es un conjunto de flujos que se mueven, atraviesan, cambian, etc. La filosofía de Deleuze está todo el rato fugándose y escapándose de nuestras manos, así que lo único que podemos hacer es caminar despacio entre sus bordes tratando de divisar ciertas corrientes y tendencias.
La filosofía de Gilles Deleuze —y la de su amigo y filósofo Félix Guattari— es, sobre todo, un nuevo idioma. Una vez que comienzas a ser capaz de hablar un poco el lenguaje de estos dos pensadores, todo empieza a estar conectado
Invertir a Platón: contra la representación y la idea
La filosofía deleuziana es un intento de invertir el platonismo. Es también una crítica severa a la idea de representación y a la filosofía idealista. Además, Deleuze señala el dogmatismo con el que se ha construido una imagen concreta del pensamiento que no nos permite pensar como un ejercicio libre de la propia facultad del pensar (en la historia de la filosofía occidental se ha construido a través de Platón, Aristóteles, Kant, Hegel).
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