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F+ Democracia en tiempo de coronavirus

Roberto Esposito

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«Lo que estamos viviendo es un estado de emergencia. Pero determinado más que por una voluntad soberana, por la necesidad objetiva de proteger nuestras sociedades de algo imperceptible que lo ataca desde adentro» escribe Roberto Esposito.

«Lo que estamos viviendo es un estado de emergencia. Pero determinado, más que por una voluntad soberana, por la necesidad objetiva de proteger nuestras sociedades de algo imperceptible que lo ataca desde adentro», dice Esposito.

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Hace unos días, el periodista Marco Damilano hizo una referencia «culta», muy pertinente, a Los dos cuerpos del rey, de Ernst Kantorowicz (editado por Akal): el rey tiene dos cuerpos, el físico y por lo tanto mortal, y el perdurable de la dinastía, que pasa de padre a hijo.

Por Roberto Esposito, profesor de Filosofía Teorética

Pero este doble cuerpo no solo caracteriza a las monarquías, sino también a la res publica democrática, en la cual el reemplazo periódico de líderes corresponde a la permanencia de las instituciones. Esto también se aplica, y aún más, a uno o más líderes si enferman, como está sucediendo hoy bajo el impacto del coronavirus. Una corona, esperamos, menos duradera que la que rodeaba las cabezas de los reyes.

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Lo que hace la diferencia es la pluralidad de liderazgo colectivo que demuestra ser un recurso mucho más valioso que la «plenitud de poderes» invocada, como Damilano señala en un editorial del L’Espresso. La única sorpresa positiva, entre muchas negativas del momento, es el patrimonio no solo de los administradores políticos, sino también de los médicos y la protección civil. Este liderazgo generalizado es la verdadera contraparte de cualquier deriva hacia el «estado de excepción».

Al igual que ningún cuerpo individual, no existe un cuerpo colectivo capaz de sobrevivir sin un sistema inmunitario, que en este caso está formado por instituciones, más resistentes que las que los encarnan temporalmente, porque carecen de un cuerpo físico

Por supuesto, lo que estamos viviendo es un estado de emergencia. Pero determinado, más que por una voluntad soberana, por la necesidad objetiva de proteger nuestras sociedades de algo imperceptible que lo ataca desde adentro. Al igual que ningún cuerpo individual, no existe un cuerpo colectivo capaz de sobrevivir sin un sistema inmunitario, que en este caso está formado precisamente por instituciones, más resistentes que las que los encarnan temporalmente, porque carecen de un cuerpo físico. En este sentido, la metáfora de los dos cuerpos del rey se puede traducir de esta manera: lo que salva a un país, cuando sus líderes se debilitan, es la firmeza permanente de las instituciones.

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