Amor de invierno fue el libro que me sacó de mi bloqueo lector el pasado junio. Se trata de una novela ambientada en la Segunda Guerra Mundial y escrita en 1962, pero se ha editado recientemente en castellano. En ella, dos jóvenes estudian en la universidad en Londres en mitad de la guerra y se descubren la una a la otra en una relación de amistad muy particular.
Las protagonistas se enamoran en un momento en el que la ausencia de hombres por la guerra genera que comiencen a proliferar las relaciones sentimentales entre mujeres. Se enamoran, pero no saben ponerle palabras a su amor. No han leído nada ni visto nada que se parezca a lo que les está pasando.
No saben si es temporal, hasta que vuelvan los hombres. No solo les sucede a las dos protagonistas; también a muchas otras mujeres. Y para muchas de ellas acaba siendo temporal. Piensan que es un pecado o un entretenimiento temporal inocente. Pero algunas descubrirán que no, que se puede amar a otra mujer, y que ese amor es totalmente distinto al que sienten por los hombres, porque de quién te enamores importa, siempre lo hace.
¿Por qué me recordó esta novela al pensamiento de Aleksandra Kollontái? No porque el tema (y título) tuviera relación con el amor, sino porque el conflicto de la novela era, precisamente, que las condiciones ambientales (la guerra, la ausencia de hombres, la ociosidad de la época universitaria) importa cuando hablamos de relaciones. Porque Kollontái sostuvo en sus textos que lo que sean el amor y las relaciones no está escrito en nuestro cuerpo cuando nacemos: lo construye la sociedad en la que vivimos.
¿Quién fue Aleksandra Kollontái? Tal vez una de las autoras más interesantes de la Rusia revolucionaria. Nacida en 1872, dedicó su vida a la militancia política y terminó siendo diplomática del estalinismo (que no fue un final genial que digamos para una revolucionaria como ella).
Los textos que aquí abordamos son los que escribió entre 1917-18 y 1923, aproximadamente. No son libros o tratados de política ni filosofía. Son de panfletos a menudo. Pero en ellos se hallan contenidos algunos de los análisis más lúcidos sobre el funcionamiento de la familia burguesa, la emancipación de la mujer y, sí, del amor.
Kollontái sostuvo en sus textos que lo que sean el amor y las relaciones no está escrito en nuestro cuerpo cuando nacemos: lo construye la sociedad en la que vivimos
¿Por qué el amor? La revolución y los afectos
Aleksandra Kollontái tiene un texto precioso titulado «¡Abran paso al Eros alado!» en el que se interroga sobre por qué preguntarse por el amor. Más específicamente, por qué los revolucionarios y las revolucionarias debían atender ese problema. Y más concreto aún: por qué debían hacerlo en plena revolución rusa (el texto es de 1923).
Sin duda es una gran pregunta. ¿No hay, acaso, cuestiones más «importantes»? ¿Más determinantes? Kollontái lo consideraba un asunto de primer orden porque el triunfo del comunismo no podía ser solo en el terreno de la economía; debía ser toda una revolución en los afectos, las maneras de relacionarse y el modo en que se entendía la familia. Solo así, cambiando la «concepción del mundo» y los mismos sentimientos, podía extenderse la revolución en el «frente ideológico».














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