El segundo sexo, de Simone de Beauvoir (1908-1986), es un ensayo acucioso que requiere ser releído para comprender el sustrato de las relaciones interpersonales desde un alcance detallado y serio. Su existencialismo práctico y lo anticipado de su propuesta permiten apreciarla como histórico-contingente y a la vez intempestiva. Si bien el impacto del libro fue rotundo y polémico en su momento, cabe hoy hacer frente a la calidad del contenido y a la labor crítica que propulsó en tiempos de zozobra.
Por Heber Leal, profesor de Filosofía
La potencia reflexiva sobre la existencia concreta, la reflexión filosófica en El segundo sexo, es rotunda. No hay que olvidar que el libro aborda la contingencia vital, el carácter histórico y la singularidad de la existencia femenina. ¿Cómo referir a la alteridad, o a lo Otro, sin pasar por el análisis sobre la cuestión cultura-género? ¿Por qué razón se suelen banalizar sus textos o simplemente reducir a mero emblema de batalla?
Las razones que se enarbolan aluden a que fue subestimada por los taxónomos del panteón existencialista compuesto por varones, tal vez por traducciones erráticas de sus textos al inglés o por la culpa de ediciones sexistas de su obra, que montaban en la portada de su libro imágenes de mujeres desnudas y borrosas que le añadían significantes incorrectos a su contenido, cosa que no se correspondía con las portadas de textos de los contemporáneos hombres.
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