El Discurso de la servidumbre voluntaria, de Étienne de La Boétie, es la exclamación estupefacta ante el juego del poder despótico y su mansa aceptación. Rebautizado posteriormente como El contra uno, se trata, sí, del grito contra el tirano, pero también contra quienes lo promueven y contra quienes no se cuestionan las razones de lo anterior. Eso ya es mucha gente, eso ya hace que El contra uno pase a ser casi El contra todos.
Por Pilar G. Rodríguez
El discurso empieza con ánimo sosegado y erudito, partiendo de una cita de la Ilíada, deteniéndose en la anomalía de «ver a un millón de hombres servir miserablemente, con el cuello bajo el yugo, no forzados por una fuerza mayor, sino de algún modo (eso parece) como encantados y fascinados por el solo nombre de uno, del que no deben ni temer su poder, pues está solo, ni amar sus cualidades, pues es con ellos inhumano y salvaje». Como si a la vuelta de página no fuera a desencadenarse una tormenta de interrogaciones retóricas y exclamaciones indignadas ante lo apenas esbozado.
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