El fin de la historia posmoderna
En los años ochenta, Lyotard introdujo el concepto de «posmodernidad» para referirse a la crisis de la narrativa moderna. Esta narrativa creía firmemente en el progreso de Occidente, sustentado en valores como la democracia, el liberalismo político o el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Estos ideales, considerados por el filósofo francés como grandes «metarrelatos», prometían resolver problemas históricos de la humanidad: hambre, pobreza, violencia, pestes… Estos problemas fueron resolver de una vez por todas los eternos problemas de la humanidad, como el hambre, la pobreza, la violencia y las pestes. eliminados —o, al menos, aminorados— por el espíritu ilustrado y racional de una época que confiaba en su futuro y su progreso
Sin embargo, las guerras mundiales y las crisis políticas, económicas, sociales y humanitarias derrumbaron ese proyecto moderno. Ante la caída de los metarrelatos modernos, la narrativa histórica contemporánea también entró en una profunda crisis, o, mejor dicho, la forma en que narrábamos o entendíamos el desarrollo de la historia de Occidente comenzó a ser inoperante. La historia dejó de pensarse como un proceso lineal que, superando sus propias negatividades y conflictos, resplandecía en una época mejor que la anterior, en un tiempo que se renovaba y que apuntaba hacia el perfeccionamiento de la humanidad.
Deja un comentario