¿Por qué obramos en comunidad como lo hacemos?
¿Cuál es el fundamento del comportamiento social y la cooperación entre seres humanos? Hay quienes opinan que es el interés individual el que motiva el comportamiento de las personal en relación a la recompensa o el perjuicio que puedan traer las consecuencias de sus actos. Según esta concepción, las personas en tanto agentes racionales se comportan como lo hacen en función de maximizar su utilidad, de obtener el máximo beneficio y la menor pérdida de cada acción que emprenden. Y son estos motivos privados los que traen beneficios públicos.
En palabras de Adam Smith, «no es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés». Basada en la filosofía política liberal del siglo XVII y XVIII y reforzada por la rational choice theory del siglo XX, este conjunto de ideas formó una línea de continuidad que tendió a ocupar el centro de las ciencias sociales y del debate político más amplio.
Pero la experiencia social humana está plagada de dinámicas y comportamientos difíciles de explicar únicamente desde el interés personal. Por dar un ejemplo elocuente: entre 1914 y 1918, dos millones y medio de varones británicos tomaron las armas de forma libre para defender a su país. Es decir, la mitad de los combatientes ingleses en la guerra más sangrienta, anónima y desprovista de romance de la que se tuviera memoria hasta ese entonces no fueron soldados conscriptos, llevados contra sus deseos, sino voluntarios.
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