La «primera piedra» de la Institución Libre de Enseñanza se pone el 26 de febrero de 1875, cuando el ministro de Fomento, Manuel Orovio, dirigió al rey Alfonso XII una solicitud en la que pedía la supresión de la libertad de cátedra en la universidad española y la prohibición de cualquier enseñanza contraria a la doctrina católica o al sistema político vigente, volviendo así a la situación anterior a la Primera República. El conocido como Decreto Orovio dio lugar a la “segunda cuestión universitaria”, que terminó con la expulsión o dimisión de varios catedráticos krausistas, de posiciones políticas progresistas.
Por Luis Fernández Mosquera
Emilio Castelar, por ejemplo, dimitió. En cambio, Nicolás Salmerón, Gumersindo de Azcárate o Francisco Giner de los Ríos fueron “separados” de sus cátedras, es decir, expedientados y suspendidos de empleo y sueldo. Giner de los Ríos, concretamente, fue encarcelado en Cádiz. La pena le fue levantada a finales de ese mismo verano, pero Giner, por el momento, decidió no volver a la universidad y, junto con otros intelectuales, fundó en 1876 la célebre Institución Libre de Enseñanza (ILE), una institución privada que nació, pues, como un espacio al margen de la injerencia gubernamental que protegiera la libertad de cátedra de los profesores.
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