«Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda». Y con ellas se topó y contra ellas luchó sin usar la violencia. Con su sueño siempre en mente, Martin Luther King se entregó a fondo para que la pesadilla que vivía despierto se terminara. «Yo tengo un sueño. Que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel, sino por su personalidad». No llegó a disfrutarlo. Se lo impidió el 4 de abril de 1968, hoy hace 51 años, un hombre blanco, según la versión oficial, disparándole en la cara. A Luther King lo asesinaban a los 39 años.
Por Amalia Mosquera
Ha pasado más de medio siglo de aquel asesinato y aún hoy esa versión oficial no parece estar tan clara. James Earl Ray, «un ladrón de poca monta», según lo describía el periódico El País hace hoy un año, un hombre blanco, racista, fue declarado único culpable y el autor del disparo. Pero una investigación del Congreso de Estados Unidos y la propia familia de Luther King plantearon dudas sobre la culpabilidad de Ray.
Para seguir leyendo este artículo, inicia sesión o suscríbete
Deja un comentario