«Hay que reescribir toda la historia de la filosofía. Debemos replantearnos el canon oficial y superar visiones del pasado. No podemos seguir enseñando lo mismo en el siglo XXI que en el siglo XIX». Roberto Augusto, autor de este artículo, escribe hoy sobre la tarea pendiente de quienes enseñan filosofía a todos los niveles.
Por Roberto Augusto, doctor en Filosofía, escritor y fundador de Editorial Letra Minúscula
Un buen aprendizaje de la filosofía es imprescindible para que los estudios académicos vinculados a ella puedan continuar. Eso es bueno no solo para los interesados en esta disciplinada, sino para toda la sociedad.
Varias son las razones por las cuales a veces la enseñanza de la filosofía es poco atractiva para los más jóvenes. La primera de ellas es que suele presentarse como una sucesión de autores expuestos de manera cronológica. Primero se ve a los presocráticos, luego a Platón, Aristóteles, etc. Este proceder da a entender que unos filósofos superan a los otros, algo discutible. En astronomía, Copérnico refuta las ideas aristotélicas; luego vienen Newton, Einstein, etc. En las ciencias naturales las distintas explicaciones son superadas por la última teoría vigente. Eso no pasa en la filosofía.
Tiene sentido seguir estudiando a los autores clásicos, no como si fueran historia de las ideas, sino porque nos exponen un pensamiento todavía vigente, una reflexión que sirve para entender el mundo de hoy. La reflexión ética de Aristóteles es más importante que la de muchos filósofos del siglo XX. Debemos cuestionarnos si esa explicación cronológica es la más adecuada, ya que convierte a la filosofía en una mera exposición de las teorías de los diferentes autores.
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