La filosofía o te acompaña en el día a día o no es nada. Y para que te sientas acompañado en tus pensamientos y acciones, Larousse publica el libro de Marcus Weeks ¿Qué haría Nietzsche…? En los puntos suspensivos cabe esa situación que te preocupa y de la que crees no poder salir: la de no saber a quién votar, la de no entender el arte contemporáneo y también la de si debes comprar el coche deportivo o familiar. ¿No te lo crees? Pues lee.
Por Pilar G. Rodríguez
Entonces, ¿qué? ¿Coche deportivo o familiar? Parece sorprendente, en un principio, encontrarse esta pregunta en un libro de filosofía. Bueno, eso dependerá de lo que uno entienda por filosofía. Aquí entendemos que es eso que va con nosotros mientras caminamos por la calle dándole vueltas a un asunto, mientras cocinamos o hacemos distraídamente la compra o mientras contemplamos el paisaje desde el bus porque es que ¡¡¡no tenemos coche!!! (o el que tenemos está muy viejo) y ha llegado el momento de comprar uno (o uno nuevo). Y de ahí no salimos, de modo que vuelta a empezar.
El del coche es uno de los ejemplos de los que pueblan las páginas del libro editado por Larousse ¿Qué haría Nietzsche…?, que, por cierto, tiene su continuación en otro titulado ¿Qué haría Freud? y que se ocupa de tus problemas cotidianos echando mano de los mejores psicoterapeutas, con el gran psicoanalista a la cabeza. Pero como aquí nos gusta la filosofía de lo concreto, seguimos con ese ejemplo… en concreto. Obviamente, como señala el autor, Marcus Weeks, “habrá que afrontarlo: no estamos hablando de coches ¿verdad? Has llegado a una encrucijada y tienes que elegir el camino. Vas por el convencional de la carrera, la familia y las vacaciones en el camping (opción coche familiar) o buscas emociones al aceptar nuevos retos, porque quieres conocer a gente interesante y otros paisajes (opción coche deportivo)”.
«No se trata de qué coche quieres, ¿verdad? Lo que decides es qué tipo de vida te gustaría llevar; aceptar las responsabilidades de la vida en familia o ir por tu cuenta»
Los filósofos eligen «coche»
Una vez planteada la situación, el dilema actual contemporáneo, Weeks convoca a los amigos filósofos y cada uno dice para la ocasión más o menos lo que sostuvo en su época.
Sócrates, con una mujer poderosa y tres hijos, apunta hacia el coche familiar, pero se interesaría por saber cuál es el dilema real en tu caso y te bombardearía a preguntas para saber si realmente hablamos de automóviles o si, como suele suceder, hay algo más. Razonaría contigo hasta llegar a alguna conclusión, aunque si entraras en su juego devolviéndole la pregunta perfectamente “podría confesarte que la idea del coche familiar era de Jantipa”, su mujer. Confucio defendería sin fallas la opción del utilitario familiar porque, para él, la familia y sus valores están en la base de la sociedad.
En el polo opuesto, Nietzsche se iba, sin dudarlo, a por el deportivo. Nada de convenciones ni de ataduras… Al infierno el lamento de lo que no pudo ser. El deber es construirse a sí mismo con cada decisión, pues uno no sabe de lo que es capaz, de su potencial así en teoría, en abstracto. Nietzsche vivió de forma parecida, sin preocuparse por lo que dijeran de él, sin ataduras familiares… Pero tenía un secreto, ese modo de vida y esa filosofía que resultó a la postre tan atractiva para el pensamiento que vendría después no era su opción A, sino su plan B: “La primera habría sido la vida de coche familiar con la mujer que había pretendido durante años, pero que desechaba sus propuestas de matrimonio”. Es decir, que después de haber elegido el deportivo a la fuerza, se encargó de cantar sus bondades y de convencer de ellas al resto del mundo.
Nietzsche apostaba y pregonaba las virtudes de un «deportivo», pero este era su plan B. Su plan A, el que contemplaba, un matrimonio y un posible coche familiar, no le había salido
Schopenhauer también lo tiene claro: te va a decepcionar cualquiera de los dos automóviles. En realidad, te van a decepcionar todos los coches y todo en general, porque se trata de entretenimientos vacíos que no hacen sino volver la vida un poco vivible, soportable. Para él, “si cada deseo fuera satisfecho tan pronto como surgiera ¿en qué ocuparían los seres humanos sus vidas ¿cómo pasarían el tiempo?”. En eso consiste el juego y el engaño de los deseos. Total, que Schopenhauer, siempre tan alborozado él, te diría que a lo largo de tu vida te desplazarás en “cochecito, patinete, triciclo, bicicleta, motocicleta, coche pequeño, coche familiar, furgoneta, deportivo, silla de ruedas y, por último, coche fúnebre. Y este será el único que no te decepcionará”. La cita es del autor del libro, Marcus Weeks, explicando gráficamente parte de la filosofía de Schopenhauer.
Simone de Beauvoir es un caso de estudio bien interesante en esta materia “metafórico-automovilística”. Siempre tan adelantada a su tiempo, como pasa en muchas familias actuales, tenía dos autos. Ella solía salir a pasear en deportivo, a descubrir otros paisajes vitales sin ataduras, pero como indica Markus Week en el libro, contar con Sartre de la manera en que ambos habían acordado “era como disponer de un coche familiar en el garaje por si lo necesitaba”.
Otro caso curioso es el de Rousseau, verdadera eminencia en esto de “haz lo que digo, pero no lo que hago”. Porque lo que hizo fue tener cinco hijos a los que abandonó para escribir un tratado sobre la educación, muy bueno, por cierto. Es decir, que cuando en principio todo apuntaba a que lo suyo debería ser un coche familiar, unos cuantos volantazos lo dirigieron hacia el deportivo monoplaza.
La decisión es tuya
Con esto quedaría más o menos completado el argumentario de los filósofos, que siempre se acompaña de ilustraciones maravillosas e incisivas, a cargo de Gareth Southwell, y frases pertinentes. Todos los dilemas se presentan, además, con una “pregunta básica” que dota a la situación cotidiana de perspectiva filosófica. En el caso del coche sería este: “¿Es nuestro deseo de realización personal incompatible con la vida familiar?”. Los artículos acaban con una breve recopilación que exhorta: “Toma una decisión”. Porque sí, lo de decidir es algo que nadie va a resolver por nosotros. Eso sí, ante la posibilidad de que un «filosofazo» de esos que estudiabas y quizá no sabías para qué servía lo que decía te echara una mano en esos dilemas que quitan el sueño, ¿no la aprovecharías? Pues no sólo Nietzsche, sino también Kant, Voltaire, Singer, Aristóteles o René Descartes están a tu servicio si alguna vez te has preguntado por qué te sientes culpable cuando pasas de largo ante un mendigo, si es aceptable creer en la homeopatía, si deberías decir a tu amiga que su pareja se la está dando, si te aterra morir o si crees que tu ordenador tiene pensamiento propio.
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