El 30 de agosto se cumplen cinco años de la muerte en Nueva York del neurólogo y escritor británico Oliver Sacks. El filósofo chileno Rogelio Rodríguez lo recuerda repasando su aportación a la ciencia y sus obras.
Por Rogelio Rodríguez Muñoz, licenciado en Filosofía
Le debo a Oliver Sacks el gozo de unas lecturas amenas y sumamente instructivas. Comencé a leer las obras de este neurólogo y escritor británico hace pocos años. Llegué a ellas después de leer una nota en la prensa sobre su fallecimiento (murió en agosto de 2015, víctima de un cáncer) en la que se citaban frases de un último artículo suyo escrito en un periódico. Decía que tenía temor, pero que se iba de esta vida con un sentimiento mayor: el de la gratitud por todas las experiencias vividas en este hermoso planeta. El solo hecho de existir como un animal pensante era, para él, un privilegio y una aventura.
Un conjunto de libros muy interesantes y entretenidos de divulgación científica muestra el fruto de su acuciante y apasionado empeño por desentrañar los misterios de la mente humana. Sacks propone denominar «neurología de la identidad» a sus investigaciones, pues están centradas en aquellos trastornos cerebrales que afectan fundamentalmente al yo de los pacientes.
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