El nombre de Safo de Lesbos ha estado ligado por mucho tiempo a mitos y leyendas que han cambiado para reflejar diferentes actitudes de la sociedad respecto del género y la sexualidad, y es habitual relacionar su nombre con el lesbianismo. En la Grecia de hace 2 600 años los sentimientos homosexuales no eran causa de escándalo, aunque se esperaba que las mujeres se casaran con hombres y viceversa, para procrear y mantener la sociedad.
Por Cristina Wormull Chiorrini / La Mirada
Eros ha sacudido mis entrañas
como un viento abatiéndose en el monte
sobre las encinas.
La violencia de Eros, Safo de Lesbos
Este mes el sol, el calor, las flores en jardines y balcones hacen que la piel se encienda, se exacerben los sentidos y entonces, en busca de la belleza del pensar y el crear, viajo al pasado, casi tres mil años atrás, a encontrarme con Safo de Lesbos o de Mitilene… como quieran llamarla.
Quizás la décima musa, como la apeló Platón, la más inteligente y brillante poeta de su tiempo, la única que fue eternizada en cerámicas (el equivalente a aparecer en horarios de máxima audiencia en televisión hoy día) y tiene esculturas por doquier, la que con su estrofa sáfica fue emulada por poetas de todos los tiempos y aún hoy es reverenciada por los contemporáneos lectores, autores y editoriales que se dejan seducir por sus versos casi tres milenios después de su nacimiento. Tras su estela, como inventora del amor, como la mujer que da el nombre genérico a las lesbianas, he remontado el tiempo.
Se ha ocultado la luna,
también las Pléyades.
Es la media noche y las horas se van deslizando,
y yo duermo sola.
Se ha ocultado la luna, Safo de Lesbos
Como enunciaba en el párrafo anterior, historiadores o filósofos de la talla de Heródoto (siglo V a. C.) o Aristóteles (siglo IV a. C.) dejaron testimonio de su extraordinario aporte en sus escritos. Catulo, Horacio y Ovidio, los grandes poetas del siglo I antes de Cristo, se inspiraron en ella consagrándola como una voz extraordinariamente destacada dentro del canon lírico. Grandes poetas y narradores a lo largo de los siglos han usado la estrofa sáfica o fueron seducidos por sus versos, entre ellos, Garcilaso de la Vega, Miguel de Unamuno o el romántico Bécquer. También muchas escritoras notables como Virginia Woolf, Hilda Doolitle o Marguerite Yourcenar.
Y cuando te miro de frente creo
que jamás Hermíona fue tan bella
y que no está mal que a la rubia Helena
yo te compare…
Safo de Lesbos
Poco se sabe de la verdadera vida de Safo de Lesbos, aunque todos los antecedentes que han sobrevivido a los siglos indican que perteneció a la aristocracia de Grecia, que tuvo marido y una hija y, por cierto, fundó una escuela conocida como Casa de las servidoras de las musas, donde ella enseñaba poesía. En esa escuela, Safo y las jóvenes nobles de Lesbos —con quienes se cree mantenía relaciones sentimentales y físicas— practicaban el culto a Afrodita, diosa griega de la belleza, la sensualidad y el amor.
Es más, algunos estudiosos de Safo de Lesbos creen que escribió sus poemas para mujeres y niñas pertenecientes al culto de Afrodita, que celebraban hitos femeninos como la pubertad, el matrimonio y el parto. Pero, según Margaret Reynolds, una experta en Safo, autora de numerosos ensayos sobre la lírica, a través de los siglos se ha llegado a comprender que ella desempeñó un papel fundamental en la configuración del lenguaje del amor y el deseo, lenguaje que está plenamente vigente hoy. Hay frases románticas de uso habitual, el origen de muchas de nuestras referencias como a la naturaleza «amarga» del amor que tienen su fundamento en la poesía de Safo.
Según un artículo publicado por la BBC, Safo de Lesbos fue una poeta celebrada y muy reconocida en su época, tanto que, mientras a Homero se lo denominaba «El poeta», a Safo se la mencionaba como «La poeta». Ella es una de las pocas voces femeninas que viaja desde la Antigüedad, donde se calcula escribió o fue compilada en nueve libros que se encontraban en la biblioteca de Alejandría y que desaparecieron en el gran incendio. De ellos, a través de papiros y otros, se conocen tan solo 650 versos.
«Te aseguro que alguien se acordará de nosotras», escribió Safo de Mitilene (siglo VII a. C.)
El nombre de Safo ha estado ligado por mucho tiempo a mitos y leyendas que han cambiado con frecuencia para reflejar diferentes actitudes de la sociedad respecto del género y la sexualidad y es habitual relacionar su nombre con el lesbianismo. Sin embargo, en la Grecia de hace 2 600 años los sentimientos homosexuales no eran causa de escándalo, aunque se esperaba que las mujeres se casaran con hombres y viceversa, para procrear y mantener la sociedad, pero de ninguna manera como forma de relacionarse amorosamente.
La pasión amorosa es tema central de su poética. Escribió sobre su deseo tanto por mujeres como por hombres, lo que hace de ella uno de los símbolos más antiguos de la sexualidad fluida. Pero, tal y como señala Anne Carson en Eros dulce y amargo, publicado por Lumen, «Eros es carencia, su activación precisa tres componentes estructurales: amante, amado y lo que media entre ellos». Espacio o vacío, según Carson, que «parecía a Safo una experiencia de placer y dolor al mismo tiempo». Los celos, la nostalgia o el dolor físico ante la falta del cuerpo deseado eran la otra cara del amor, oculta tras el placer y la alegría.
Safo de Lesbos es «amada o malquerida, amante activa o relegada, confidente». Este fragmento es un ejemplo temprano de un poeta que escribe sobre el costo físico que el deseo puede ejercer sobre nosotros y probablemente el más antiguo que se conoce sobre los efectos físicos del amor:
Me parece semejante a los dioses ese
hombre que está ante ti
sentado y escucha la preciosa voz
de cerca
y la risa adorable que hace temblar
mi corazón en el pecho,
en cuanto te veo, se me va
el habla,
se me rompe la lengua,
me hormiguea un fuego impalpable,
mis ojos no ven, no oigo
claro,
transpiro de frío, un temblor
se adueña de mí, descolorida
como pasto seco, me
muero,
pero a todo hay que atreverse cuando nada se tiene.
Safo de Lesbos
Según Reynolds, Safo de Lesbos intentó que su poesía hiciera sentir las experiencias transgénero o que pudieran imaginar los sentimientos del género al cual no pertenecían y por ello «los poemas de Safo sobre su temática más importante, sexo y amor, son sobre todos»; «son de género fluido. A Safo de Lesbos no le importa a quién amamos. Sigue siendo amor. Si hay una lección en su poesía es decirnos que: ‘No te preocupes por etiquetas. Solo sigue y sé quién eres’».
En los poemas de Safo de Lesbos es imprescindible preguntarse: ¿quién habla, una mujer o un hombre? ¿Quién es el amante, un hombre o una mujer? Su vigencia es extraordinaria y todavía en pleno siglo XXI ella sigue siendo la expresión libre del deseo. Safo escribió con absoluta franqueza y belleza poética sobre sí misma, su sexualidad y su entorno. Tuvieron que pasar muchos siglos, milenios, para que otras mujeres se atrevieran a hacerlo.
Sobre Safo de Lesbos se han escrito y publicado muchos libros, entre ellos Grecorromanas. Lírica superviviente de la Antigüedad clásica (Austral), una antología de poetas griegas y latinas entre el siglo VII a. C y el IV d. C., las que muestran una fuerte conexión «una línea genealógica que inaugura Safo de Lesbos en el siglo VII a. C.».
También al respecto se puede revisar Persiguiendo a Safo, de Laura Monrós Gaspar (JPM Ediciones), una antología bilingüe con textos de escritoras victorianas sobre la mitología grecolatina. Y, por supuesto, Si no, el invierno, de Anne Carson, poeta y premio Princesa de Asturias de las Letras 2020 (Vaso Roto). «Inmortal Afrodita de mente centelleante» es el primer verso del único poema completo que ha llegado hasta nuestros días y con el cual Anne Carson inicia el libro. Le siguen pasajes cortos y largos, así como otros citados por autores antiguos, y finaliza con palabras sueltas rescatadas de los papiros.
No es posible terminar (aunque recién hemos empezado) de hablar de Safo de Lesbos sin referirnos a la leyenda forjada y transmitida por Ovidio en su Heroidas, donde cuenta que Safo murió al lanzarse al mar desde la roca Léucade. ¿Los motivos? El bello Faón, de quien la poeta se enamora en los últimos años de su vida, la rechaza.
En esta leyenda, la poeta fracasa en su intento por conseguir el interés de su amado Faón, inmune ante sus ruegos. Nadie ha podido comprobar la veracidad de esta historia, pero no deja de ser líricamente atractiva. Un final adecuado para la vida de una poeta.
Hemos visto muchos cambios en años recientes, como la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en muchos países y un enfoque más abierto sobre la sexualidad, y como sociedad nos hemos abierto a la idea de que el género no es solo biológico. Por eso, parece pertinente recordar el poema científico Rerum Natura que escribiera Tito Lucrecio Caro sobre la naturaleza de las cosas.
El filósofo epicúreo no pudo pensar que su obra, un largo poema que aborda los mismos temas de la obra de Safo de Lesbos (por ello usamos la palabra «lesbiana», que significa literalmente «alguien de Lesbos»), tendría su renacimiento en la ciencia moderna de 1 500 años después, cuando los humanistas italianos redescubrieran este texto tan universal y subversivo para ese entonces, aunque hasta el siglo XIX no cesaron los intentos por enterrarlo y olvidarlo.
Pese a que Safo de Lesbos es considerada un ícono del lesbianismo por haber escrito sobre el deseo tanto por mujeres como por hombres, hay que recordar, una vez más, que el deseo homoerótico en la Antigua Grecia no significaba pertenecer a una orientación sexual determinada.
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