El último trabajo –de momento– de Santiago Auserón, alias Juan Perro, se titula El viaje, de modo que lo lógico es sacarlo a pasear. En vísperas de que arranque su gira el próximo mes de abril, recuperamos la charla que mantuvimos con este músico que lleva siempre a la filosofía on tour. Al fin y al cabo es doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid.
Por Pilar G. Rodríguez
Era (casi) delineante cuando la filosofía se cruzó en el camino de Santiago Auserón. Iba para filósofo, pero la música lo atrapó. Es músico desde hace más de cuarenta años –bajo distintos sellos, estilos, personalidades– y la filosofía no le ha abandonado desde que a los 16 “experimenté como una revelación el deseo de estudiarla”. Hace tres, Santiago Auserón se convirtió en doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. ¿Cómo convivirán en el día a día estas dos vocaciones? «En las giras, mis compañeros de viaje contemplaban estupefactos algunos volúmenes de título disuasorio que a mí mismo me costaba trabajo abrir siquiera, por efecto de la dispersión habitual tras los conciertos. Sin embargo, el oficio musical, con todas sus secuelas personales y sociales, me proporcionó un taller experimental y algo concreto en qué pensar (…)”. Son algunas de las reflexiones que Santiago Auserón compartía en junio del 2015 en la Universidad Complutense de Madrid, cuando impartió la lección magistral en la graduación de los estudiantes de Filosofía. Seguro que muchos de los asistentes a ese acto universitario –y cualquiera que haya realizado un acercamiento serio a la filosofía– reconoce la sensación de ser algo así como “el bicho raro” de la panda. Luego, esos “bichos raros” crecen y se convierten en otra cosa. Pero uno fue y es filósofo primero, de modo que hay filósofos-jueces y filósofos-parados, lo mismo que filósofos-camareros (de estos hay muchos), filósofos-taxistas (también numerosos) y, por supuesto, filósofos-filósofos.
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