El silencio de lo innombrable
Las víctimas morales son las que sufren algún tipo de daño o violencia siendo inocentes, injustamente. Ese hecho y el sufrimiento que genera es lo que las convierte en víctimas y en victimarios a quienes lo provocan.
La experiencia del mal extremo marca para siempre a la víctima con una herida infinita; abre una grieta en su vida, instaurando un antes y un después. También introduce una brecha en el espacio que se habita y en el cuerpo: deja una señal, una cicatriz que recuerda una herida difícil de sanar. Esta vivencia interrumpe la vida, mientras la de los demás sigue su curso. Tras regresar del infierno, si es que se logra, es muy difícil acompasarse al ritmo cotidiano de quienes no han experimentado lo mismo.
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