¿Cuál es el principal reto de la filosofía, o sus principales retos, en estos tiempos de zozobra, inseguridad e incertidumbre en todo el mundo?
Rogelio Rodríguez Muñoz. Filósofo chileno
El profesor Rogelio Rodríguez Muñoz es licenciado en Filosofía por la Universidad de Chile, magister en Educación y académico de la Universidad de Santiago, la Universidad Diego Portales y la Universidad Mayor.
«La pregunta cobra especial relevancia a la vista de los acontecimientos sociales y políticos que vive mi país, laboratorio del régimen neoliberal más extremo desde la dictadura de Pinochet hasta estos días. Porque, al acoso de una epidemia —jamás concebida ni en nuestras peores pesadillas— que traspasó rápidamente todas las fronteras y acarreó un grave problema sanitario en todas las regiones del mundo, se ha sumado en mi sociedad chilena una crisis social, económica y política de incalculables proporciones, dejada al desnudo justamente por la pandemia. No hay institución nacional, prácticamente, que no se vea atravesada por una total pérdida de confianza. Frente a esta sociedad dolida, aquejada de tantas lamentables trizaduras, con una cierta esperanza en el horizonte a la vista de poder redactar una nueva Constitución realmente nacida de la ciudadanía (aunque ya quieren apropiársela los tentáculos de la clase política de siempre), la pregunta por los desafíos de la filosofía brota como una inspiración. Porque apunta a definir su lugar en la condición humana que hoy encarnamos. Parida junto con la democracia en la Atenas del siglo V a. C. —me refiero, por cierto, a la filosofía occidental—, este modo de pensar ha de constituir una reserva intelectual de extraordinaria importancia e indudable necesidad en estas horas inciertas.
«Debemos reflexionar sobre nuestra vida y sobre la vida, preguntarnos por ella, razonar y argumentar. Los signos de la época nos revelan las sombras del sufrimiento y de la muerte; es cuando más debemos preocuparnos por la vida para vivirla de manera inteligente y serena»
Enmascarillados y confinados como prisioneros de una contemporánea caverna platónica, debemos recordar hoy, más que nunca, una de las más célebres frases de Sócrates: ‘Una vida sin examen no merece ser vivida’. Debemos reflexionar sobre nuestra vida y sobre la vida, preguntarnos por ella, razonar y argumentar. Los signos de la época nos revelan las sombras del sufrimiento y de la muerte; es cuando más debemos preocuparnos por la vida para vivirla de manera inteligente y serena.
Un principal reto de la filosofía es, entonces, enfrentar aquellas actitudes irracionales que surgen de la incertidumbre y la inseguridad. En un libro del año 2000, André Comte-Sponville menciona como enemigos de la filosofía a la ignorancia, el fanatismo y el oscurantismo. Veinte años más tarde, las cosas no han cambiado: el noble oficio del pensar filosófico enfrenta los mismos adversarios.
Búsqueda incansable del saber, fragua fecunda de interrogantes, estímulo vivo de diálogos y debates, la actividad reflexiva se enfrenta hoy a las afirmaciones absolutas de las pseudociencias, a los credos dogmáticos de toda laya, a las tradiciones sacrosantas aunque esclerosadas, a los prejuicios de moda en las redes sociales, a las censuras de lo ‘políticamente correcto’ en el espacio público, a la persecución y la violencia ideológicas, a la barbarie religiosa que siembra cadáveres en nombre de la divinidad».
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