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NÚMERO 8

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Los retos de la filosofía en tiempos de incertidumbre: Amanda Núñez García

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Retos de la filosofía Amanda Núñez García

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¿Cuál es el principal reto de la filosofía, o sus principales retos, en estos tiempos de zozobra, inseguridad e incertidumbre en todo el mundo?

FILOSOFÍA&CO - Filosof@

Amanda Núñez García. Filósofa española

Profesora en la Facultad de Filosofía de la UNED (Madrid). Sus líneas de investigación son el pensamiento francés contemporáneo y la estética política en su versión amplia: tanto en relación con la experimentación y las artes como con los modos de orientarse en el pensar, habitar y sentir (espacios y tiempos). Ha realizado estancias en la EHESS, la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales, de París y, sobre todo, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde es asidua colaboradora con varios proyectos de investigación. Tiene publicados múltiples artículos sobre el pensamiento de Gilles Deleuze y de estética e híbridos relacionados con la política y con otras lógicas. Entre sus últimas participaciones destacan el libro Gilles Deleuze. Una estética del espacio para una ontología menor (Arena libros, 2019) y el artículo Diplomacia caníbal. La prudencia ante poder comerse al otro en Fuera de sí mismas. Motivos para dislocarse (Herder 2020).

FILOSOFÍA&CO - Flecha

«Se nos han convulsionado los tiempos y los acontecimientos. En muy poco margen de tiempo, los llamados primeros mundos se han visto sometidos a una situación que siempre quedaba extramuros (en otros lugares y en otros momentos históricos) y los ha hecho reflexionar, aunque considero que todavía poco. De todas formas, quizá, tras el shock inicial y su depresión posterior, estemos a tiempo para mover las balanzas hacia otro lado. ¿Hacia qué otro u otros lados?

Evidentemente, las cuestiones ecológicas y las que atañen a las llamadas ‘periferias’ están en el centro de este nódulo hacia el cual la balanza se tendría que inclinar en estos momentos. Tímidamente ya se hace, aunque muchas veces por separado. Como constatamos por la prensa cada poco tiempo, son las y los defensores de nichos ecológicos (y modos de vida, es decir, mundos) de las ‘periferias’ los activistas que más dificultades experimentan, llegando incluso a ser asesinados en muy altos porcentajes.

Pero el discurso ecologista occidental, todavía intentando salvar las velas de un bienestar que no llegó nunca a consolidarse y que languidece desde hace décadas, es demasiado abstracto, demasiado alejado del terreno desde el cual el problema puede verse con claridad como una situación gestada desde hace años, que se sufre cotidianamente y que hace que muchos mundos sigan pereciendo hoy, como lo llevan haciendo ya demasiado tiempo.

Se desea devolver a la naturaleza a un estado puro y primigenio, abstracto, pero para ello se pretende seguir arruinando mundos y poblaciones, en lugar de pensar las mezclas y realizar la gran labor diplomática de establecer redes y conexiones. Sin poder mirar a los mestizajes, las relaciones y los metabolismos cara a cara pocas salidas encontraremos. Ecologías y periferias han de ser pensadas juntas, en su complejidad, poco comprensible si separamos los ámbitos.

«El discurso ecologista occidental está demasiado alejado del terreno desde el cual el problema puede verse con claridad como una situación gestada desde hace años, que se sufre cotidianamente y que hace que muchos mundos sigan pereciendo»

Por ello, creo que la cuestión todavía no suficientemente pensada es la ‘hibridación’ a partir de su propio criterio. Desde los comienzos de la filosofía, el paradigma de la pureza ha venido oscureciendo a aquel que sí salva los fenómenos. Separamos naturaleza y cultura, objetos y sujetos, humanos y no-humanos, Oriente y Occidente, vivientes y no vivientes; incluso inventamos las razas y la ‘hibridación’, derivada etimológicamente del mulo (hemionos), como si cualquier mezcla condujera a la esterilización o a la decadencia, y como si todas estas fronteras que hemos nombrado estuvieran claras… ¡Por supuesto que lo están, siempre que no nos topemos con nada real! Cualquiera que se acerque a la botánica, por ejemplo, encontrará que la ‘hibridación’ no produce esterilidad sino multiplicidad, variedad y riqueza; cualquiera que desee estudiar la naturaleza ‘desnuda’ encontrará que siempre está vestida de cultura y que es diversa y múltiple; cualquiera que se enfrente a la cultura no podrá dejar de contar con geografías, cuerpos y gran cantidad de no-humanos y de materiales, desde libros hasta coltán o silicio.

Ya el estoicismo criticaba que, pensando elementos puros, sojuzgamos y no comprendemos lo que hay. Y no comprendiéndolo, no podemos actuar con ello (sobre ello sí lo hacemos). Así, nuestras sociedades, buscando purezas, no solo se ven incapaces de actuar con los fenómenos, también han generado una cantidad ingente de híbridos que, como nos recuerda Latour, quedan sin carta alguna de ciudadanía. No es que las purezas creen los híbridos, sino que lo primero son estos, y olvidarlos, además de hacernos perder pie, lleva aparejada una producción mayor de ellos. Las poluciones, la aniquilación de mundos, el esquilme de las periferias, seguir pensando en el Pacífico como un Oriente pintoresco donde algunos europeos tienen su domingo de descanso y lujuria, o el hecho de que una epidemia pueda convertirse en una pandemia son consecuencias de no pensar la hibridación desde ella misma; son efectos de seguir buscando categorías puras en análisis que no se sostienen y que han generado más hibridaciones. Por supuesto, estas siempre en desigualdad, siempre en clave de dominación e invisibilización.

«Desde los comienzos de la filosofía el paradigma de la pureza ha venido oscureciendo a aquel que sí salva los fenómenos. Separamos naturaleza y cultura, objetos y sujetos, humanos y no-humanos, Oriente y Occidente, vivientes y no vivientes»

Este momento de incertidumbre puede llevarnos a una interconexión e hibridación de mundos ya que hemos experimentado por una pandemia que, de hecho, están mezclados; o bien hacernos caer más profundamente en las trampas de la pureza. El miedo puede conducirnos a volver a lo conocido, más cómodo y fácil, más veloz y casi automático para nuestras disposiciones mentales: naciones, sexos, costumbres, naturalismos ingenuos, espiritualismos ingenuos, cientifismos de Youtube que no requieren un mínimo de estudio (es decir, de mezcla), o incluso razas, etc., pero habríamos perdido la gran oportunidad de experimentar y vernos alteradas y alterados por lo que está ocurriendo, por lo que siempre ocurre y por lo que seguirá haciéndolo a no ser que podamos reconocerlo, y comenzar a establecer relaciones reales con ello. Entonces seguirá ocurriendo, pero será diferente… y quizá, ya que no se puede predecir el futuro aunque sí se pueden realizar estudios de escenarios posibles, mejor».

Puedes leer las respuestas de otros filósofos y filósofas de España y Latinoamérica aquí.

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