Antonio Turiel es científico e investigador español especializado en Oceanografía física y en el estudio de los recursos energéticos. Es doctor en Física Teórica y trabaja en el Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC). Su labor ha estado centrada en temas como el agotamiento de los recursos energéticos, especialmente el petróleo, y la insostenibilidad del modelo económico basado en el crecimiento continuo.
Turiel es conocido por su divulgación sobre la crisis energética y el pico del petróleo, alertando sobre las consecuencias de la disminución de los combustibles fósiles y la inviabilidad de muchas soluciones tecnológicas propuestas. Su blog, The Oil Crash, es un referente en estos temas. Ha publicado varios libros. Destaca, entre otros, Petrocalipsis (2020), en el que Turiel analiza el declive de los hidrocarburos y sus implicaciones para la sociedad. El último, El futuro de Europa. Cómo decrecer para una reindustrialización urgente, lo ha editado Destino en 2024.

Cuando uno se acerca a sus libros, lo primero que llama la atención es que abordan conceptos científicos complejos desde una perspectiva divulgativa y accesible. El autor bromea sobre esto: «Cuando se publicó Petrocalipsis mi hermano me dijo: ‘Se nota que lo has escrito para que lo lean políticos’. Este [El futuro de Europa], por contraste, es más divulgativo, y tiene más datos. He tratado de buscar un hilo de conexión entre las cosas. Porque, en general, hay mucha tendencia cuando se habla de estos problemas a verlos como cosas aisladas, cuando en el fondo no dejan de ser facetas de un problema de fondo, estructural».
En El futuro de Europa, Turiel señala la necesidad de replantear el modelo industrial europeo frente a las crisis actuales, proponiendo el decrecimiento como vía para lograr una industria sostenible y resiliente. En esta entrevista, hablamos con Turiel de su último libro y de nuestra dependencia hacia los combustibles fósiles y la falta de alternativas viables, lo que hace inevitable un decrecimiento significativo en la industria y en el consumo de materiales y energía.
Normalmente, cuando se habla de la crisis ecosocial, se considera que toda la transición que hay que hacer es una transición energética. Hay una idea en su libro que contraviene esta visión y me pareció muy acertada. Usted afirma que «la clave está en que no está produciendo ninguna transición energética, sino sencillamente una mera acumulación de todos los medios de producción de energía disponibles. Nada se sustituye o se desecha de manera neta, solo se quita lo que llega al final de su vida útil, pero enseguida es reemplazado por sistemas equivalentes». Esto me recordó lo sucedido con la guerra de Ucrania: un momento en el que Europa sustituyó unas fuentes energéticas por otras con la excusa de la transición energética. Sin embargo, en realidad no se trataba de una transición ecológica, sino de responder a las necesidades de consumo energético europeo.
Fíjate que, por ejemplo, 2023 fue el año que más combustibles fósiles se quemaron. También es el año en el que más potencia energética renovable se ha instalado.
Entonces, realmente, lo que hay es la lógica de acumulación del capitalismo. Como la energía es la capacidad de hacer trabajo, ¿por qué renunciar a una energía disponible si permite producir más bienes y servicios? Dado que el objetivo es la acumulación del capital, nada se desecha y, en consecuencia, no hay transición, sino una acumulación continua, como ha ocurrido siempre.

El problema es que sí necesitamos realizar la transición por dos razones principales: por un lado, el agotamiento de los combustibles fósiles y del uranio; por otro, las diversas emergencias ambientales, no solo el cambio climático. De momento, la lógica sigue siendo la acumulación, pero el modelo empieza a resquebrajarse. La disponibilidad de petróleo está disminuyendo, la del diésel se reduce aún más rápidamente y ciertos elementos comienzan a colapsar debido a una imposibilidad material y física de seguir creciendo.
La cuestión es cómo se gestiona esto desde la lógica capitalista habitual, que se basa en incrementar la apropiación de las rentas del trabajo. Esto conduce a una situación de empobrecimiento progresivo mediante la inflación, la precarización del empleo y la gentrificación. Se trata de una mercantilización de todo, incluso de aquello que es fundamental para la vida de las clases medias.
Deja un comentario