Epicuro decía que no tener hambre, no tener sed y no tener frío era suficiente para ser feliz. Esta concepción, en apariencia tan sencilla y sensata, ¿es válida hoy? Da la sensación de que los viejos parámetros filosóficos con los que se definía la felicidad están muy lejos de lo que se busca actualmente. ¿Qué es la felicidad en el siglo XXI? ¿Es un objeto de consumo? ¿Es un estado de plenitud? ¿Es un negocio? Laura Martínez Alarcón traza el hilo conductor que nos lleve a una respuesta sobre la búsqueda de la felicidad.
- La búsqueda de la felicidad
- Nacen los «mercaderes de necesidades»
- La economía de la felicidad
- La felicidad como termómetro afectivo
- No confundamos las cosas: ¿realmente queremos lo que deseamos?
- El dispositivo neoliberal de felicidad
- Yo y los otros
- ¡Cuidado con las imitaciones!
- La «verdadera autoayuda»
- Se hace camino al andar
- José Carlos Ruiz: «Dudo que la felicidad sea un valor, y que sea específico de la sociedad contemporánea»
Según el filósofo Josep María Esquirol, en la sociedad actual «parece que haya que buscar la felicidad como quien busca setas. Como si la felicidad fuera algo que se pudiera encontrar de golpe, o como si fuera un estadio en el que, una vez alcanzado, uno pudiera instalarse ahí para siempre»1.
Ser feliz es un anhelo genuinamente humano, de eso no cabe la menor duda. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, da la sensación de que se nos ha impuesto la obligación de encontrarla a toda costa y a cualquier precio.
La socióloga Eva Illouz y el psicólogo Edgar Cabanas opinan que la misma definición de felicidad se ha transformado. Ya no creemos «que sea algo relacionado con el destino, con la suerte, con las circunstancias o con la ausencia de dolor; tampoco la entendemos como la valoración general, en retrospectiva, de toda una vida, ni como un vano consuelo para los necios y pobres de espíritu»2.
Ahora, agregan, la felicidad está considerada como «un conjunto de estados psicológicos que pueden gestionarse mediante la voluntad». Esto es, desde nuestra propia responsabilidad. ¿Desde cuándo es así? ¿Qué es, entonces, y cómo es que hemos comprado este nuevo concepto? ¿De qué manera ha surgido, a quién beneficia y cómo se sostiene? ¿Cuáles son sus consecuencias morales y éticas?
Por otro lado, la sociedad contemporánea le tiene fobia al dolor porque, se dice, carece por completo de sentido y utilidad. Diversos filósofos han criticado el exceso de positividad y la imperante necesidad de estar siempre en plenitud. Este es el caso de Byung-Chul Han, quien ha señalado que la nueva fórmula de dominación es «sé feliz»3, lo que nos obliga a evitar cualquier señal de sufrimiento y, al mismo tiempo, nos lleva a un estado de anestesia permanente.
Lo último es buscar la felicidad en un mundo alternativo. Si antes fueron las drogas, ahora son los avatares y el Metaverso, definido por el diccionario Merriam Webster como «un mundo virtual altamente inmersivo donde la gente se reúne para socializar, jugar y trabajar». Un futuro, desde luego, no muy alentador.
«El objeto de la vida humana es la felicidad, ¿pero quién de nosotros sabe cómo se consigue? Sin principio ni fin ciertos, vagamos de deseo en deseo y los que acabamos de satisfacer nos dejan tan lejos de la felicidad como antes de obtener nada. No hallamos una regla invariable, ni en la razón que carece de apoyo, asidero y consistencia, ni en las pasiones que se suceden y se destruyen mutuamente sin descanso. Todo cuanto tenemos no sirve sino para mostrar lo que nos falta».
Jean-Jacques Rousseau, Cartas morales
La sociedad contemporánea le tiene fobia al dolor porque, se dice, carece por completo de sentido y utilidad
Disfruta de nuestros contenidos al 100%.
No te quedes con las ganas de ver, leer y escuchar…
Deja un comentario