La agonía del Eros, La sociedad del cansancio, La expulsión de lo distinto, En el enjambre, Sobre el poder, La sociedad de la transparencia, El aroma del tiempo, Psicopolítica, Topología de la violencia, etc. (todas ellas editadas por Herder) son obras que han cautivado a gente de todo tipo, atraídos por los puntos de vista de Han contra el individualismo, el capitalismo y las nuevas tecnologías. Unas posturas que, como suele ser habitual, también han traído de la mano a una legión de críticos. Vamos a hacer un repaso a su pensamiento en 10 claves:
1 Los filósofos a los que descubrió y amó
Byung-Chul Han nació en Seúl (Corea del Sur), donde estudió ingeniería mecánica. Pronto decidió que aquello no era lo suyo, y engañando a su familia (cuya rigidez y autoridad no aceptaba), tomó la decisión de marcharse a estudiar a Alemania, pese a no saber una palabra del idioma. Allí decidió estudiar lo que de verdad le llamaba, lo propio de su naturaleza romántica: literatura. Él mismo autor reconocía no haber oído hablar nunca de filosofía, siendo para él figuras como Martin Heidegger (sobre quien realizó su tesis) o Edmund Husserl personajes totalmente desconocidos. Pero rápidamente cayó bajo el embrujo de la filosofía, que estudiaría en la Universidad de Friburgo, además de Teología y Literatura en la Universidad de Múnich. Tras terminar sus estudios recaería como profesor en la Universidad de Berlín.
2 Su filosofía es tan seguida como criticada
El pensamiento de Han es un maremágnum en el que esclavitud y libertad, pasión y represión, sexo y amor se confunden y mezclan en intrincadas conexiones que, además, inciden unas en otras. De ahí surgen también la mayoría de las críticas hacia su filosofía, pues Han presenta como indiscutibles sentencias que no parecen estar siempre demostradas con hechos firmes.
3 La sociedad del cansancio
Es este un fenómeno que Han atribuye principalmente al neoliberalismo, que habría llevado a la sociedad a un paisaje patológico de trastornos neuronales tales como la depresión, el déficit de atención, la hiperactividad o el síndrome de agotamiento crónico. Todas alteraciones causadas no por un trastorno, según Han, sino como consecuencia de un exceso de positivismo. Para el filósofo coreano, la mentalidad trabajadora, la libre competencia, la productividad y la creación de riqueza que establece el capitalismo, destruyen a los ciudadanos, provocando «depresiones y cáncer». Pero eso no es lo peor, sino el haber conseguido que el trabajador sea su propio explotador, exigiéndose cada vez más.
4 Totalitarismo invisible
Han sostiene que vivimos bajo una especia de dictadura, pero de nuevo cuño. Si el comunismo y el fascismo eran movimientos totalitarios que coaccionaban al individuo mediante la fuerza externa, el capitalismo actual se habría convertido en un sistema totalitario que aplica la fuerza internamente.
Para Han, la sociedad del trabajo que establece el capitalismo, la libre competencia, la productividad, la creación de riqueza, destruye a los ciudadanos
Aunque los recientes datos demuestran que la violencia y el crimen han decrecido en las últimas décadas a nivel mundial, Han defiende que esta no ha desaparecido, sino que se ha transformado. Ya no hay genocidios y grandes masacres porque no son necesarios, puesto que se ha inventado un sistema nuevo, mucho más sutil. La guerra ya no es la herramienta, sino la violencia sistémica, anónima, no revelada. Y la ejerce el propio individuo contra sí mismo. Un nuevo concepto inventado por Han que funciona a través de la libertad individual, que se traduce en esclavitud. La expresión de las propias ideas es para él, en realidad, una mordaza, y la violencia es interiorizada, por lo que no se puede luchar contra ella ni demostrarla.
5 Individualismo
El gran problema que nace del liberalismo (cuya principal característica es anteponer los derechos del individuo sobre los del colectivo), es el egoísmo. Eso ha provocado, para Han, que la gente solo viva de cara a sí misma, habiendo perdido los valores que antaño nos hacían vivir para los demás. Miramos únicamente por lo que nosotros queremos y luchamos por alcanzar nuestros objetivos particulares. Y son precisamente esos hábitos el origen de todos los problemas que tenemos.
La única cura para el filósofo coreano es cambiar ese sistema y vivir para los demás, lo que significa, obviamente, que también estos vivirán para nosotros.
6 Hipertransparencia
La existencia de cualquier cosa depende de que sea previamente expuesta. Según Han, este es el resultado de la norma cultural creada por el capitalismo, que nos impulsa a la divulgación voluntaria de nuestra información. La transparencia ya no es en modo alguno una virtud, sino un arma para que nos abramos de par en par a expensas de valores sociales como la vergüenza, el secreto y la confidencialidad.
La exposición hasta el exceso (que tilda de «pornográfica») convierte todo en mercancía. Todo ha de ser entregado desnudo, sin misterios, listo para ser consumido de inmediato. Y esto mataría el placer, pues han sostiene que este exige cierto ocultamiento para existir. No todo ha de ser comprendido, no todo ha de estar disponible, no todo tiene por qué gustarnos.
Esto sería por tanto otra consecuencia del capitalismo, cuya mercantilización de la vida es inherente a sí mismo, matando el secreto y el misterio que ineludiblemente acompañan los trances más importantes de la existencia.
7 La agonía del Eros
Para Han la hipertransparencia es especialmente peligrosa en lo que al sexo y el amor se refiere, pues nos ha transportado a una sociedad tan sexualizada que terminará matando al amor, al erotismo y al deseo. Y puesto que el pensamiento se basaría en la oposición, en el deseo de lo que no entendemos, esta Agonía del Eros es, en realidad, una agonía del propio pensamiento.
8 Hipercomunicación
Internet, las redes sociales y, en general, toda la revolución digital habrían transformado y corrompido el fundamento de la sociedad. Existimos como un enjambre digital de individuos aislados, sin acción colectiva, sin sentido. Hemos generado una hipercomunicación que destruye el silencio, viviendo en un ruido constante que nos aturde y que nos impide cuestionarnos el orden establecido en que vivimos, el ya citado totalitarismo invisible.
Existimos como un enjambre digital de individuos aislados, sin acción colectiva, sin sentido, en un ruido constante que nos aturde
9 Críticas a su filosofía
Todas estas cuestiones han contado con múltiples detractores. Que Han, quien se estableció en Europa para disfrutar de la libertad que no tenía en la estricta sociedad coreana, intente repensar hoy el concepto de esa misma libertad, suena para muchos a novelización orweliana de la realidad («La libertad es esclavitud, la guerra es la paz, la ignorancia es la fuerza», ya saben). Todos los problemas que identifica Han serían culpa de la libertad alcanzada por la humanidad: la libertad para expresarse, para relacionarse, para innovar. Las redes sociales, unas herramientas que han puesto en conexión a millones de personas en todo el mundo, se descubren como algo opuesto, que margina y aísla al individuo. El sexo, libre y normalizado, alejado del yugo al que lo sometió la historia y la moral religiosa, es malo porque destruye el amor. La libertad para trabajar, para comprar, para movernos y alcanzar nuestras metas es esclavitud. Y la capacidad de cada uno para conocer los entresijos o trampas del sistema y adecuar sus acciones para evitarlas, supuestamente inexistente. Según Han estamos malditos por ser libres, pero, no tenemos libertad de acción para defendernos.
10 Las preguntas que su pensamiento provoca
¿La gente ya no se relaciona? ¿Ya no se ama? ¿No debería poder alcanzar el límite de sus capacidades? ¿No tiene derecho a vivir su vida como quiera vivirla? Las nuevas opciones que se dan en nuestra época y que Han critica son nuevas formas de interacción a disponibilidad de los seres humanos, quienes libremente pueden decidir qué hacer al respecto.
Han achaca al capitalismo el ser un movimiento totalitario violento y silencioso, cuya mayor atrocidad es su principal virtud: la libertad y el derecho de cada persona a vivir del modo que prefiera mientras no ataque las libertades de quienes le rodean. Si eso no es libertad, ¿cuál es el modelo que nos ofrece Han?¿Es seguro tergiversar un concepto tan vital como la libertad? Todos los movimientos totalitarios que han existido han llegado de concepciones colectivistas, opuestas al individualismo. Regímenes que despreciaban al individuo por no ponerse al servicio de «el pueblo» y que justificaron así las mayores brutalidades de nuestra historia. La posición de Han, contraria a la idea de libertad imperante y socialmente aceptada, es vista con recelo por muchos.
Otro aspecto que llama la atención de su filosofía es la aparente incapacidad que tienen las personas para vivir, pensar, tomar decisiones. ¿Si conocemos el sistema, sus trampas y entresijos –que el explica en sus obras–, acaso no podemos prevenirlos? ¿Esa malvada libertad en que vivimos no nos da la posibilidad de responder al sistema? De las páginas de Han se extrae la definición del ser humano como un especie de robot, mutilado mentalmente, que no cuenta con voluntad propia alguna y que está totalmente supeditado al sistema opresor en el que está inmerso. Nos habla de sociedad del cansancio, de la hipertransparencia, de la autoviolencia, etc, pero niega la propia responsabilidad en esos fenómenos. ¿Acaso no tenemos responsabilidad sobre nuestras vidas? ¿Estamos sujetos a un destino imposible de alterar? ¿No decidimos nosotros mismos si hacemos horas extra, subimos fotos a Facebook, compramos un producto o decidimos si queremos una relación seria?
Estas y muchas otras reflexiones son las que giran en torno a la obra del popular filósofo, que ha conseguido atraer hasta sus libros tanto a aquellos que creen a pies juntillas sus planteamientos como a los que no ven más que fisuras en los mismos. Sea como fuere, no ha dejado a nadie indiferente y si quieres posicionarte no te queda más opción que esta: leerlo. Sólo así podrás decidir de qué lado estás.
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