«A la filosofía le viene mal la prisa», escriben las filósofas mexicanas María Antonia González Valerio y Rosaura Martínez Ruiz. «Sin embargo, toca hacer el esfuerzo de arrojar pensamientos inconclusos y balbuceantes, pues la filosofía tiene la responsabilidad de aportar sentidos y conceptos, de nombrar las cosas, de indicar caminos». En este artículo reflexionan sobre la crisis sanitaria que estamos viviendo en todo el mundo y con él quieren, además, «poner otras voces y otras miradas en la mesa, hasta ahora ocupada mayoritariamente por reflexiones europeas, norteamericanas y masculinas».
Por María Antonia González Valerio y Rosaura Martínez Ruiz, filósofas
Filosofía en tiempos de crisis
Es imposible pensar cuando Covid-19 aparece como el nombre de la muerte propia o, peor, de alguien amado o de cientos de miles de desconocidos que también nos duelen. La incertidumbre y el desasosiego nublan el entendimiento y ahogan el decir. Aun así, es imperativo pensar y escucharse.
Como todo tema acuciante, el que nos ocupa ahora es complejo y obliga a una reflexión pausada para procurar vislumbrar las muchas perspectivas y situaciones que están imbricadas. Una pausa que sin embargo llegará después. El momento actual respira aires de urgencia. Y a la filosofía le viene mal la prisa. Sin embargo, toca hacer el esfuerzo de arrojar pensamientos inconclusos y balbuceantes, pues la filosofía tiene la responsabilidad de aportar sentidos y conceptos, de nombrar las cosas, de indicar caminos. Además, hay que poner otras voces y otras miradas en la mesa, hasta ahora ocupada mayoritariamente por reflexiones europeas, norteamericanas y masculinas.
De lo mucho que se ha venido diciendo en las últimas semanas, destacan algunos lugares comunes que parecerían ir marcando temáticas y aproximaciones supuestamente legitimadas por la filosofía de la época: la biopolítica y la necropolítica como horizontes necesarios de reflexión, como conceptos a la mano para pensar lo que hay y lo que está sucediendo; la tecnología y su ubicuidad como elementos que han transformado por completo el mundo contemporáneo; la ciencia ficción y sus distopías casi proféticas que colman los imaginarios sociales, y sus miedos y sus emociones; el capitalismo, el neoliberalismo, el comunismo son invocados por doquier como culpables y redentores; la política, la migración, el racismo y la diferencia de clases como asuntos que hay que denunciar y seguir denunciando; la vigilancia total del Estado sobre sus ciudadanos gracias a la tecnología, webcams, drones, teléfonos inteligentes, cámaras de reconocimiento facial, es decir, las nuevas herramientas de vigilancia que pueden hasta incluir biometrías; las fantasías de que esta crisis va a significar una transformación radical en el mundo, en el orden global, que cuando todo esto acabe habrá una realidad nueva (pero cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí). Y es que el acontecimiento, como el trauma, tiene dos opciones: abrir horizontes inéditos o poner en marcha una repetición compulsiva. ¿Hacia dónde nos volcará esta pandemia?
Deja un comentario