Es la segunda vez que entrevisto al profesor, escritor, comunicador y divulgador de filosofía Darío Sztajnszrajber y las dos veces la distancia entre países —y ahora la distancia añadida a la que obliga el virus que afecta al mundo entero— hace que las preguntas y las respuestas discurran a través de la pantalla. Él, argentino, está en Buenos Aires; yo, en España, en Madrid.
Entre la primera entrevista y esta parece que ha pasado un siglo con todo lo que ha vivido el mundo desde entonces. Pero solo ha pasado un año. Y diría que a Sztajnszrajber, en este tiempo, el volumen de trabajo y compromisos se le ha multiplicado por mil; o eso parece. De hecho, entre actos, encuentros, clases, conferencias, programas de radio y de televisión… le cuesta bastante encontrar un hueco más o menos largo para esta entrevista. Pero finalmente aquí está. Hablamos sobre el coronavirus, claro; imposible obviarlo con la que está cayendo en todo el planeta y con lo que nos ha unido a todos más allá de cualquier frontera. Pero hablamos, sobre todo, de filosofía y de su libro Filosofía a martillazos, publicado en Argentina por Paidós hace unos meses y que ha llegado recientemente a España de la mano de la editorial Ariel.
¿Cómo hay que repensar el mundo poscovid-19?
La pregunta por el después, con ese prefijo «post» que has utilizado, supone que toda esta pandemia pudo haber sido un acontecimiento, con un comienzo y un final, y que después de ese final volveríamos al mes de febrero, al estado previo en el que comenzó todo esto. Creo que esa es una lectura que el mismo prefijo «post» nos permite desplazar. Estamos viviendo ese después, no se trata de una situación provisional, como un trayecto que comienza y termina y que nos permita un retorno de manera idéntica a lo que éramos antes. Pero en especial se trata de una conmoción en nuestra experiencia del tiempo, y por eso entiendo que el después es hoy. Ese combo tan particular que integran la pandemia y el confinamiento de alguna manera reconfiguró nuestro ser en el mundo y hoy estamos viviendo ese poscovid-19 con todas las características propias de un «post». Aunque esta pandemia termine, el confinamiento de algún modo permanecerá. Hay algo de él que ha quedado impregnado y continuará, ya no como una decisión institucional, sino como parte misma de la subjetividad. La mascarilla se ha vuelto una nueva frontera; esto me parece muy claro para pensar nuestro presente. Lo que viene es esto. Podrá distenderse alguna que otra medida, pero evidentemente no hay un retorno a un estado previo como en general suele pensarse el ser humano, siempre en esa utopía o bien hacia el futuro o bien hacia un pasado pulcro y paradisíaco que después supuso una caída (de todas formas, qué increíble la celebración del mundo previo al covid-19 como si hubiese sido un mundo sin problemas, sin conflictos. De repente, lo potente de todo este acontecimiento nos ha hecho como rerromantizar pasados y futuros ideales).
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