
El diccionario del estoicismo
Los ritmos sociales se aceleran como nuestro pulso al correr. Cada vez más, las transformaciones tecnológicas nos convierten en extranjeros de nuestra propia realidad (y hasta de nuestros propios cuerpos). Como los asombrados habitantes de Macondo en Cien años de soledad, que andaban en plena revolución industrial, cada día salimos a descubrir un mundo distinto al del día anterior, un mundo que cambia a velocidad de vértigo.
Este paisaje vital desorienta, por supuesto, porque cada vez es más difícil hallar a tiempo asideros que nos permitan encontrar un lugar estable entre tanto movimiento. Hoy solo tenemos una cosa clara: nada está del todo claro.
Este vaivén constante de nuestra sociedad, para colmo, no nos deja detenernos a pensar o analizar. Así, la experiencia contemporánea, como escribió Mark Fisher, es la de estar cansadas pero hiperestimuladas. Nuestra experiencia es la de vivir en un barco que no para de moverse y nos marea y que, encima, no sabemos a dónde va. Si el conocimiento es, como nos explica en Estoicismo. Diccionario esencial el profesor de filosofía Iván de los Ríos Gutiérrez, la correcta discriminación y elaboración de las sensaciones que nos llegan, nuestro tiempo sacude e imposibilita cualquier posibilidad de conocimiento verdadero porque atiborra nuestros sentidos de estímulos basura. Entre tanto trajín hiperacelerado, solo alcanzamos a balbucear nuestro mareo.
Este es un escenario de precariedad existencial, un escenario tremendamente inestable. Los grandes relatos heredados del siglo pasado (así como muchas de sus instituciones) dan cada vez más señales de agotamiento y el mundo se descompone materialmente a ritmos inusitados: los trabajos cada vez son más precarios, las crisis más fuertes y el planeta está a punto de estallar.
¿Cómo podemos vivir (más allá de sobrevivir)? ¿Cómo podemos siquiera soñar con ser felices? Más aún si la felicidad es la meta por excelencia de los seres humanos, como nos dice la filósofa Myriam Rodríguez del Real en la entrada correspondiente de este diccionario.
El vaivén constante de nuestra sociedad no nos deja detenernos a pensar o analizar. Así, la experiencia contemporánea, como escribió Mark Fisher, es la de estar cansadas pero hiperestimuladas
No parece fácil alcanzar la felicidad. Normal, entonces, que habitemos una época que pone el foco en resolver el sufrimiento individual a través del cambio del propio individuo. Porque si todo va sumamente rápido y el mundo nos parece inasible, entonces tendremos que poner el foco en lo que más cerca parecemos tener: nosotros mismos.
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