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¿Dónde está la clave de la evolución del ser humano?

El huevo viene de la gallina, pero la gallina viene del huevo... ¿Qué fue antes? Para responder a estas pregunta necesitamos repasar a dos de los grandes pensadores de la teoría de la evolución: Charles Darwin y su libro «El origen de las especies» y Richard Dawkins y «El gen egoísta». Este último ha supuesto un cambio fundamental a la hora de comprender la evolución de las especies y es, todavía hoy, uno de los libros más importantes de la biología contemporánea.

6 comentarios

¿Y si fuéramos simplemente marionetas de nuestros genes? En «El gen egoísta» se postula la idea de que los genes nos utilizan para reproducirse. Imagen generada con inteligencia artificial (Microsoft Bing-Dall-E 3; 16 de noviembre de 2023).

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¿Fue antes el huevo o la gallina? Para tener un huevo, hay que tener primero una gallina. Pero es que para tener una gallina, necesitamos haber tenido previamente un huevo. ¿Qué fue antes? Desde la Antigüedad, este dilema ha servido para reflexionar sobre cuestiones tan importantes como el origen de la vida (¿hubo un primer huevo?) o si el universo tiene un principio (si todo procede de otra cosa, ¿de dónde procede todo?). Sin embargo, y en concreto respecto al huevo y la gallina (o a los seres vivos en particular), el dilema podría no ser más un dilema. Y todo gracias al gen egoísta.

El gen egoísta. Las bases biológicas de nuestra conducta es un libro escrito por Richard Dawkins (1941) y fue publicado en el año 1976. Richard Dawkins es zoólogo, etólogo y biólogo evolutivo. Además del libro del 76, en 2017 apareció un texto conmemorativo —con motivo del 40 aniversario— titulado El gen egoísta extendido, donde Dawkins quiso resolver algunos de los (a su parecer) malentendidos que había provocado su libro 40 años antes, incorporando dos capítulos de su otro libro El fenotipo extendido. El largo alcance del gen.

El gen egoísta se compone de trece capítulos y su objetivo principal es reexaminar la teoría de la evolución de Charles Darwin, prestando especial atención a una de sus consecuencias: la «biología del egoísmo y del altruismo». El libro pretende «corregir» el enfoque darwiniano aceptando su marco general. Como veremos adelante, Dawkins quita el foco del individuo y lo pone en el gen, en la unidad básica de transmisión evolutiva. Así, y teniendo en cuenta que se publicó en los 70, el libro se suma a toda la corriente poshumanista, que abandonaba la primacía del sujeto en la filosofía y la ciencia. Veamos todo esto con más calma.

La teoría de la evolución de Charles Darwin

Antes de explicar la teoría de Dawkins, es necesario repasar las tesis de Darwin. La teoría de la evolución de Charles Darwin está recogida en su libro El origen de las especies, publicado en 1859. Es una de las teorías científicas más importantes de nuestro tiempo, hasta el punto de convertirse en el paradigma (en los términos de Kuhn) de la biología contemporánea.

De entre todas ellas, la principal observación de Darwin fue notar que existía variabilidad entre los individuos de una misma especie, es decir, que las especies no son uniformes, sino que existen variaciones individuales. Nunca hay dos caballos iguales o dos personas iguales. Esto puede parecer baladí, pero en aquel entonces las especies se comprendían como unidades estáticas e idénticas en sí mismas. Las diferencias (obvias para cualquier ojo) se pensaban como fallos o imperfecciones de la especie. El acierto de Darwin fue, pues, profundizar en el porqué de esas variaciones.

Richard Dawkins (1941) revisa la teoría de la evolución, pero poniendo el foco en los genes y no en el individuo. Así, y teniendo en cuenta que su libro El gen egoísta se publicó en los 70, el libro se sumó a la corriente poshumanista, que abandona la primacía del sujeto en la filosofía y la ciencia

¿Por qué los individuos son distintos?

La pregunta, entonces, era pensar de dónde viene esta variabilidad. La variabilidad puede tener causas externas, obvio, como cuando perdemos una extremidad en un accidente de tráfico. El gran descubrimiento de Darwin es darse cuenta de que existe también una fuente de variabilidad interna. Y esto, que exista una variabilidad interna inherente a los seres vivos, es la piedra angular de su teoría de la evolución.

¿Y de dónde viene esta variabilidad interna? La propuesta de Darwin en El origen de las especies era que la fuente de variaciones provenía de la herencia, esto es, cada individuo es diferente porque se mezcla el material genético de sus progenitores. En otras palabras, el simple hecho de reproducirse, de nacer como individuos, provoca variabilidad en la especie. Las diferencias entre caballos o personas no son fallos que nos alejan de una supuesta esencia ideal, sino que es el procedimiento natural de la biología.

El asunto es que esta diversidad interacciona de diferentes formas con el ambiente. Si, por ejemplo, heredo de mis padres una visión perfecta, aguda, casi sobrehumana, entonces veré mucho mejor que alguien que sea hijo de miopes, que casi no verá. Así, hay unos individuos mejor adaptados que otros al ambiente, existen individuos que tienen rasgos que generan más posibilidades de supervivencia que otros (por supuesto, ver en la oscuridad genera más posibilidad de supervivencia que ver borroso).

La selección natural

Podemos decir, entonces, casi de forma metafórica, que el ambiente nos selecciona (de aquí el famoso concepto darwiniano de selección natural). Decimos que nos selecciona porque si tenemos 100 personas con visión nocturna y 100 personas que ven borroso, podemos pensar que es más probable que la tasa de reproducción de las personas mejor adaptadas (visión nocturna) sea más alta que la de las personas peor adaptadas (visión borrosa) porque su tasa de muerte será ligeramente (o mucho) más elevada. Al final, es más fácil que nos coma un león si no vemos a más de dos metros.

Con el tiempo, teorizó Darwin, y dado que la tasa de supervivencia de unos rasgos implica mayor reproducción, hay unos rasgos que van siendo seleccionados y la especie se va «adaptando». En nuestro ejemplo, es de esperar que poco a poco, a lo largo de las generaciones, cada vez hubiera más humanos con visión nocturna y menos con visión borrosa (porque estos se reproducen muy poco porque mueren más). Esto sería así hasta que, pasados miles de años, los humanos tuviéramos todos (o casi todos) visión nocturna.

Los individuos presentan diferencias entre sí porque cada individuo es una mezcla única del material genético de sus progenitores. De esa mezcla surgen nuevos rasgos (y de ahí las diferencias). Algunos rasgos serán más ventajosos que otros en un ambiente determinado y, por tanto, acabarán teniendo más éxitos que otros

Las grandes aportaciones de Darwin

Como resumen, y antes de entrar a El gen egoísta, podemos decir que lo fundamental de la teoría de la evolución de Darwin es lo siguiente:

  1. Las especies cambian, evolucionan. Frente a las concepciones estáticas que había en su época, las especies tienen un comportamiento dinámico.
  2. Los cambios en las especies no son adquiridos (como presuponía Lamarck), sino que son heredados. Esto quiere decir que no por teclear mucho en el ordenador nuestros hijos tendrán los dedos más planos, no. Los hechos biográficos no se heredan (si nos cortamos un dedo, nuestro hijo nace con los cinco dedos). La fuente de variabilidad es la mezcla de la herencia de nuestros padres.
  3. Los rasgos presentan distintas tasas de éxito reproductivo. Es decir, algunos rasgos hacen que los individuos se reproduzcan con más éxito que otros, que tienen tasas de mortalidad más altas (como ver borroso frente a la visión nocturna). Con el tiempo, es de suponer que haya más individuos con los rasgos más favorables (visión nocturna) y cada vez menos, porque mueren más, individuos con rasgos poco favorables. Así es como las especies van cambiando.
  4. Los rasgos no son buenos o malos en sí mismos, sino que lo son en relación a un ambiente determinado. El ejemplo más obvio es la extinción de los dinosaurios. Quizá tenían rasgos muy adaptados a su ambiente, pero cuando el ambiente cambió, no sobrevivió ninguno, sino que sobrevivieron los pequeños mamíferos que se escondían en madrigueras.
FILOSOFÍA&CO - libro 1
El gen egoísta. Las bases biológicas de nuestra conducta, de Richard Dawkins (Editorial Salvat).

El cambio de perspectiva de «El gen egoísta»

El cambio que supone El gen egoísta respecto a la teoría darwiniana es que centra su atención no en el organismo entero (como hacía Darwin, que veía caballos diferentes), sino en los genes. En teoría de la evolución, los genes son el conjunto de material genético que codifica para un único carácter. Los genes pueden tener más o menos material genético, pero son unidades que codifican para un único rasgo. Así, hablamos de los genes del color de los ojos, del tamaño de los dedos, etc.

De esta forma, la tesis principal de El gen egoísta es que la unidad principal de la evolución no es el individuo (ni la población, como sugieren otros biólogos), sino que son nuestros genes, es en ellos en los que deberíamos poner el foco. Son los genes los que sufren la presión ambiental, la selección ambiental. En nuestro ejemplo, es el gen de ver en la oscuridad y el gen de ver nítido/borroso sobre los que el ambiente decide si se mantienen o no a lo largo de las generaciones. (Recordemos que se mantienen porque generan una tasa de reproducción más alta en un ambiente determinado).

El comienzo de la vida: el «replicador»

En las primeras páginas de El gen egoísta se parte del supuesto de que en un pasado lejano surgió una entidad elemental conocida como «replicador», es decir, una molécula con la capacidad de generar copias de sí misma. A diferencia del resto de moléculas, que eran simple agregados de átomos, el replicador era capaz de reproducirse en moléculas «hijas». Así, la aparición del replicador marcó el origen de «la estabilidad» (es decir, la identidad), porque reproducirse implica que hay «algo» que se reproduce, una identidad que se replica.

En este escenario de multiplicación constante era inevitable, evidentemente, que se produjeran errores en las copias. No siempre se puede uno reproducir sin error porque pueden aparecer dificultades ambientales o fallos internos. Sin embargo, algunos de esos fallos dieron lugar a modificaciones ventajosas que se incorporaron de manera permanente en los replicadores posteriores. Así es como se pasó de tener un único replicador que se divide en hijos iguales a tener, de repente, varias «familias», porque los errores introducen diferencias y crean diferentes «replicadores».

En cierto punto, la cantidad de replicadores en la población aumentó significativamente, desencadenando una «competencia» entre estas entidades por los recursos necesarios para su replicación. Aquellas que lograron asegurar dichos recursos fueron aquellas que pudieron crear estructuras para protegerse o para captar recursos más fácilmente. Richard Dawkins denominó a estas entidades «máquinas de supervivencia», que en la actualidad se manifiestan como cuerpos u organismos, como animales, plantas o bacterias.

Así todo, Dawkins entiende en El gen egoísta que nuestros genes son los «replicadores», es decir, entidades que tienen la capacidad de hacer copias de sí mismas. Como hemos dicho, para Dawkins es la competencia que existe entre los distintos genes por sobrevivir lo que supone el verdadero motor de la evolución.

El cambio que supone El gen egoísta respecto a la teoría darwiniana es que centra su atención no en el organismo entero (como hacía Darwin, que veía caballos diferentes), sino en los genes. Los genes son el conjunto de material genético que codifica para un único carácter

¿Por qué se llama «El gen egoísta»?

Tras el título del nombre, tras el concepto de «gen egoísta», lo que se esconde es la idea de que los genes están «motivados» por su propia supervivencia y reproducción. ¡Es que si no se reproducen, desaparecen! ¿Dónde queda, entonces, el individuo? Como dijimos más arriba, los individuos somos meras máquinas de los genes para asegurar su supervivencia.

Los genes «inventaron» las células para poder asegurar mejor su reproducción en el ambiente. A medida que la competencia con otros genes era mayor, tuvieron que ir perfeccionando su maquinaria e ir elaborando organismos cada vez más complejos. Visto de esta forma, los genes impulsan la evolución de los rasgos que benefician su propia transmisión.

Esto no quiere decir, por supuesto, que los individuos sean egoístas. Claro que no. De hecho, la cooperación y el altruismo puede ser un comportamiento de los genes egoístas para sobrevivir mejor. Dado que es más probable que sobrevivan los genes en sociedad, estos podrían promover comportamientos de cooperación para ello (aunque su interés último fuese egoísta: la supervivencia).

Así, el comportamiento altruista encuentra su impulso en el egoísmo, ya que la acción de los organismos refleja simplemente a los genes egoístas utilizando de manera indirecta sus máquinas de supervivencia para su propio beneficio. Esto se manifiesta en el hecho de que un organismo brindará ayuda a otros solo en la medida en que otro gen esté favoreciendo su propia reproducción y supervivencia.

Se llama El gen egoísta porque los genes están «motivados» por su propia supervivencia y reproducción. Los individuos somos meras máquinas de los genes para asegurar su supervivencia

La respuesta de Dawkins a las críticas

Algunos críticos señalaron que el El gen egoísta personificaba mucho a los genes, les dotaba de una voluntad y de unos rasgos que eran claramente humanos. Aducían que los genes no podían ser egoístas, como no pueden ser egoísta una mesa o una silla. A esto dijo Dawkinen la introducción a la edición del 30º aniversario (y que se incluye en la versión extendida):

«La personificación de los genes no tiene por qué constituir un problema, porque ninguna persona en su sano juicio piensa que las moléculas de ADN tienen personalidades conscientes y ningún lector razonable imputaría una idea delirante como esa a un autor. […] [Los genes] carecen de previsión. No planifican con antelación. Los genes simplemente existen, algunos con mayores posibilidades de supervivencia que otros, y a eso se reduce todo».

Otra de las críticas que se hicieron a El gen egoísta fue el uso del término «egoísta». Algunos críticos señalaban que, al decir que un organismo es egoísta, necesariamente tenía que tener propósitos conscientes. Si no, ¿cómo podía actuar egoístamente? ¿Cómo se puede ser egoísta si no tienes intereses propios? A este respecto, aclaró Dawkins:

«Es importante tener en cuenta que las definiciones dadas anteriormente sobre el altruismo y el egoísmo son relativas al comportamiento, no son subjetivas. No estoy tratando, en este caso, de la psicología de los motivos […] A mi definición sólo le concierne si el efecto de un acto determinará que disminuyan o aumenten las perspectivas de supervivencia del presunto altruista y las posibilidades de supervivencia del presunto beneficiario».

Entonces, ¿huevo o gallina?

Así todo, es fácil responder al famoso dilema sobre el huevo y la gallina. Según las tesis de El gen egoísta, la gallina es simplemente una máquina que han inventado los genes para poder conseguir más fácilmente su reproducción en un mundo de recursos finitos y donde se compite con otros genes. Lo primero fue el huevo, unidad replicante, conjunto de genes egoístas que trabajan juntos para que la máquina-gallina que han creado pueda reproducirse y, así, tener descendencia.

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6 respuestas

  1. Avatar de Sett
    Sett

    Somos tan antropocéntricos que nos creemos que TODO empezó con el ser humano.

  2. Avatar de Hoja_deTierra
    Hoja_deTierra

    Esto refuerza la constante epigenetica, donde la presión del entorno interno o del medio o de un sustrato disminuido en nutrientes, del cual se alimente y reciebe información la célula y por ende la replicación del ADN obliga a los genes a trasmitir información dañada o forsada a cambiar de ruta metabólica. [ histeresis transcripcional]

    En mi opinión sí tiene sentido el comportamiento Egoísta del Gen.

    Gracias al equipo de Filo&CO por su gran labor de divulgación.

    1. Avatar de Rodolfo García Samano
      Rodolfo García Samano

      La epigenetica no es genética. Lo que hace el ARN no afecta al ADN. Una vacuna no se hereda. La ciencia de Kim Kyeong Kyu ha dejado muy claro que el punto de inflexión está en la unión z-DNA y B-DNA. Si se entiende el efecto de la ADAR I sobre el ARN flipante del cortex prefrontal como ha descubierto Thimoty Brady se puede entrever la clara jerarquía de las moléculas de la vida.

  3. Avatar de BiEx – Biblia Exacta.
    BiEx – Biblia Exacta.

    Partenogénesis evolutiva, jajajaja. Se las complico más con mucho gusto: ¿y se produjo un macho o una hembra? Teorías insulsas finalmente.

  4. Avatar de Carlos Fabián
    Carlos Fabián

    Había leído que la teoría de Dawkins del Gen Egoísta había quedado obsoleta o había sido refutaba. ¿Que tan cierto es esto?

    1. Avatar de Alberto Madolell
      Alberto Madolell

      No es que su teoría haya quedado obsoleta. Es el ateismo militante (y tan dogmático como cualquier religión), basado en sus teorías, el que ha quedado obsoleto. A través de documentales y debates, Dawkins se autoerigió en un mesias de un universo donde la creencia en Dios era poco menos que un disparate. En sus documentales confrontaba a religiosos de todas las creencias, crispandose a menudo cuando sus interlocutores ni pestañeaban (cosas de la fe). Al final, el que aparecía más como un disparatado era él. Y no como el reputado y afamado científico que había sido.

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