Es el año 2029 en Japón y, tras una tercera guerra mundial, el terrorismo cibernético está a la orden del día. Los cuerpos de seguridad hacen uso de las nuevas tecnologías para combatirlo, fusionando al hombre con la máquina y permitiendo a los individuos mejorarse a sí mismos para superar las limitaciones impuestas por su corporeidad, convirtiéndose así en cíborgs.
Motoko Kusanagi es una agente de policía cuyo cuerpo está ya totalmente robotizado, haciendo de cáscara para su mente y su personalidad, ambas presentes todavía en el único órgano humano que conserva: su cerebro. Esta es la premisa de Ghost in the Shell: el alma de la máquina, una película japonesa estrenada en 1995.
Deja un comentario