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Guía práctica para ser un buen tipo

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«Cómo tratar con las personas», de Knigge, es un manual de urbanidad, buenas maneras y sabiduría vital que terminaría convirtiéndose con los años en uno de los ejemplos de filosofía práctica más famosos de su país, Alemania.

«De cómo tratar con las personas», de Knigge, es un manual de urbanidad, buenas maneras y sabiduría vital que terminaría convirtiéndose con los años en uno de los ejemplos de filosofía práctica más famosos de su país, Alemania.

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Editorial Arpa nos trae uno de los clásicos de la filosofía moral: De cómo tratar con las personas, de Adolph Knigge. Una obra a la altura de grandes libros del género que nos ayudará a caminar más seguros por la tempestuosa senda de la vida.

Por Jaime Fernández-Blanco Inclán

De todas las obras de la larguísima producción de Adolph Knigge (cuya vida veremos en profundidad en el recuadro final), De cómo tratar con las personas es la que mejor representa su culminación como autor. Un manual de urbanidad, buenas maneras y sabiduría vital que terminaría convirtiéndose con el paso de los años en uno de los ejemplos de filosofía práctica más famosos de su país natal, Alemania, y que afronta una cuestión que ha acosado a los hombres de todas las épocas: ¿cómo hemos de vivir para que nuestra vida resulte la mejor posible?

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Qué cuenta

El libro representa una acertada síntesis de los moralistas anteriores, buscando la armonía personal inspirada en el humanismo, la razón y el sentido común. Knigge defiende que, sin renunciar al bien colectivo, el motivo primordial de las acciones humanas es la aspiración a la propia felicidad personal. Una especie de individualismo ético con inquietudes sociales que se caracteriza por su visión moderada de la existencia, algo natural en el pensamiento de nuestro protagonista, que se muestra contrario en todo momento al rigorismo.

Knigge defiende que, sin renunciar al bien colectivo, el motivo primordial de las acciones humanas es la aspiración a la propia felicidad personal

La obra es una de las más famosas de la Ilustración alemana, pero no por ello se muestra menos vigente hoy, a pesar de los siglos transcurridos. Ofrece un buen número de consejos para valorar nuestras acciones desde un punto de vista utilitario y demuestra, desde la primera página, una clara intención de influir en el lector. ¿Por qué? Porque parte de la base de que la única manera de lograr que la sociedad mejore es conseguir que cada uno se mejore a sí mismo. Knigge parece apoyar la idea de que si todos aspirásemos a ser la mejor versión de nosotros mismos, el mundo alcanzaría también la excelencia. Pero claro, eso es muy complicado si cada uno tiene que ir dando palos de ciego, de manera que Knigge nos ahorra el esfuerzo y nos ofrece la posibilidad de usar esta guía para no perdernos en el proceso.

Por qué hay que leerlo

De cómo tratar con las personas, de Adolph Knigge (Arpa).
De cómo tratar con las personas, de Adolph Knigge (Arpa).

Este libro, en realidad, no tiene nada de revolucionario. Antes bien, es un eslabón tardío de una larga cadena que recorre el continente europeo desde el Renacimiento. Es entonces cuando se comenzó a desarrollar este género moralista que trata de motivar y enseñar a los lectores a llevar vidas más «perfectas», y cuyo máximo exponente sería, allá por el XVI, El cortesano de Baldassare Castiglione. Un magistral tratado que mostraba la excelencia personal a la que debía aspirarse en la época y que, todavía hoy, sigue siendo un libro de gran influencia.

Otros ejemplos de similar impacto serían las obras del español fray Antonio de Guevara: Aviso de privados y doctrina de cortesanos y Menosprecio de corte y alabanza de la aldea. Libros donde se critican los vicios, la corrupción y el despilfarro de la corte de su época (comparándola con la austera y moralmente férrea de los Reyes Católicos), mientras se defiende la premisa de que todos los seres humanos tienen derecho a intentar mejorar su vida. Tan grande fue la influencia del fraile español que su pensamiento sería citado por Michel de Montaigne en sus míticos Ensayos.

Ya en el XVII llegará otra obra del género de inmensa fama: Oráculo manual y arte de la prudencia, del jesuita español Baltasar Gracián. Una respuesta al maquiavelismo imperante (que predicaba un comportamiento radicalmente amoral a través del cual lograr el éxito social) que ponía coto a las ambiciones desenfrenadas y que enseñaba a sobrevivir y desarrollarse en este mundo hostil que nos toca vivir. Con rasgos heredados de la filosofía estoica, el libro de Gracián tuvo un éxito espectacular gracias a la experiencia propia del autor y a su conocimiento de la naturaleza humana. Similar a la demostrada por el británico Lord Chesterfield en Cartas a su hijo, donde defendía la utilidad de conocer la naturaleza y el temperamento humano para poder adaptarse a los cambios del mundo y triunfar —siendo no poco criticado por sus coetáneos—.

«Un hombre de mundo habrá de ser capaz, como el camaleón, de adoptar cualquier color». Lord Chesterfield

La obra que nos ocupa es un ejemplo más de este famoso y dilatado género literario. Un texto que, como aquellos, busca más que nada mejorar la sociedad mediante el eficaz sistema de hacer que los individuos se mejoren a sí mismos. Un interés que, como reflejan los numerosos autores que ha ello se han dedicado, la humanidad lleva mucho tiempo persiguiendo.

El ascenso como meta

La vida de Adolph Franz Friedrich Ludwig Knigge no pudo ser más azarosa. Nacido en el seno de una familia noble en 1752, su padre moriría acosado por las deudas, lo que haría que todo el patrimonio familiar se desperdigara, condenando al joven a una vida de estrecheces económicas.

Knigge se convirtió en un hombre popular, atractivo y de buena conversación que ambicionaba ante todo recuperar el estatus social de su familia convirtiéndose en alguien poderoso e influyente. Eso le llevaría a tratar de ascender dentro de la política (formó parte, durante unos años, de la corte de Federico II de Hesse-Kassel, un pequeño soberano que vivía del alquiler sus ejércitos mercenarios a medio mundo) y, muy especialmente, de las sociedades secretas. Hay que entender que estos grupos, en aquella época, eran similares a los partidos políticos de la actualidad: asociaciones desde las que uno podía lograr influir políticamente, algo que él siempre había buscado.

Knigge se afilió a la masonería para intentar prosperar, pero sus intenciones quedaron frustradas cuando comprendió que no podría ascender en la orden en la medida que él ansiaba. Más tarde probaría suerte con los Iluminati, donde destacó en un primer momento por su ímpetu y capacidad de trabajo, si bien su ambición pronto le haría perder la confianza de los fundadores del grupo, motivándolo a abandonar la formación.

Desde 1775, incapaz de ascender por la vía política y sin acceso a la riqueza familiar, comenzó a ganarse la vida como escritor. Fue contratado por el editor Christoph Friedrich Nicolai, quien le ofreció publicar reseñas en la Allgemeinen Deutschen Bibliothek. Desarrolló su trayectoria en las ciudades de Heidelberg , Hannover y Bremen, donde consiguió un trabajo como supervisor estatal que le permitió vivir, por fin, con una renta fija y constante.

En sus últimos años, Knigge se volcó a favor de los ideales de la revolución francesa, incluso cuando se desató el Terror y muchos intelectuales europeos le volvieron la espalda. Para Knigge todo era una consecuencia lógica de la revolución, puesto que cuando un gobierno se sostiene sin principios firmes o bajo normas inmorales, lo único que se puede esperar es que caiga violentamente. De la misma manera, todo eso podría haberse evitado si se hubieran implantado las medidas necesarias a su debido tiempo. Opiniones que, lógicamente, despertarían sospechas entre las autoridades, a quienes sus simpatías jacobinas no gustaron demasiado. Knigge moriría el 6 de mayo de 1976 y desde entonces sus restos reposan en  la catedral de Bremen.

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