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F+ Kafka y la herida como destino

Desde aforismos enigmáticos hasta relatos viscerales, Franz Kafka abordó en sus libros la herida primordial del ser humano: el castigo, la culpa y la responsabilidad de enfrentarse a un mundo desnaturalizado. ¿Qué implica realmente vivir en «lo kafkiano»?

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La obra de Kafka es un grito sordo, un llanto que no moja, un retrato escrito sobre cómo en el mundo moderno la vida se nos arranca como hojas de periódico que ya no valen. Diseño realizado a partir de la fotografía de Franz Kafka en 1923, ampliada y mejorada por inteligencia artificial y recogida en Wikimedia Commons (licencia C.C.) junto a elementos de CanvaPRO.

La obra de Kafka es un grito sordo, un llanto que no moja, un retrato escrito sobre cómo en el mundo moderno la vida se nos arranca como hojas de periódico que ya no valen. Diseño realizado a partir de la fotografía de Franz Kafka en 1923, ampliada y mejorada por inteligencia artificial y recogida en Wikimedia Commons (licencia C.C.) junto a elementos de CanvaPRO.

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Los aforismos de Zürau

En 1917, mientras Kafka residía en la casa de campo de su hermana Ottla, en la pequeña población montañosa de Zürau (República Checa), escribió en un gastado bloc de notas:

«Leopardos irrumpen en el templo y se beben el agua de las cráteras sacrificiales hasta vaciarlas; esto se repite una y otra vez; al final puede contarse con ello por anticipado y se convierte en parte de la ceremonia».

Años más tarde, esta anotación fue recogida por Max Brod e incluida en los hoy conocidos como los «aforismos de Zürau». Sin embargo, las imágenes que ofrece aquí Kafka son más retorcidas y enigmáticas que en el resto de sus aforismos, en los cuales se dedica a reflexionar sobre aspectos teológicos y literarios.

A pesar, no obstante, del aparente misticismo, este aforismo nos ofrece una importante lucidez sobre la concepción de toda su obra: la de una sociedad que no solo desfallece ante el peligro, sino que ha normalizado la desnaturalización que el peligro ha causado hasta formar parte de la cotidianidad de aquellos que participan en las costumbres de la sociedad.

Escritos en 1917 y recopilados por Max Brod, los aforismos de Zürau reflejan un Kafka introspectivo y filosófico, cuyo pensamiento abarca la teología, la literatura y la condición humana

¿Qué es «lo kafkiano»?

En 1912, Kafka encontró su estilo literario: la extrañeza del mundo. Con el paso de los años, la cultura popular terminó por relacionar casi exclusivamente la obra de Kafka con la extrañeza, culminando así en la conceptualización de lo kafkiano. A lo kafkiano también se le añade, a menudo, el sinsentido de la vida, lo fútil, la apatía, la impotencia.

Todos son, verdaderamente, temas que aparecen en sus relatos, pero hacen de la obra de Kafka una especie de construcción en el vacío que está muy lejos de la realidad y que anula completamente cualquier reflexión profunda sobre ella. No ayuda, además, que la publicación de sus diarios —a los que Kafka acudía en los momentos más oscuros, pero también más indispensables de su día a día— hayan creado en la mente de los lectores una imagen del escritor praguense que se asemeja a un insecto compungido y sometido.

La confusión entre la vida y la obra

Más allá de que Kafka sea uno de los escritores que más ha sufrido la confusión entre obra y biografía, por mucho que una faceta derramara intensamente sobre la otra, reducir Kafka a lo kafkiano es despojarlo de todo un aparato crítico que él mismo fue desarrollando a lo largo de los años, aunque no siempre de forma directa.

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