Lo dijo el propio Karl Marx y quedó como herencia para la posterioridad grabado en su epitafio: “Los filósofos se han dedicado a interpretar el mundo de diversos modos. Sin embargo, de lo que se trata es de transformarlo”. Y predicó con el ejemplo sin parar. Han pasado 200 años desde el nacimiento de Marx, todo un influencer que no se limitó a analizar y opinar, sino que pensó y vivió en continua acción y le dio la vuelta al pensamiento y al mundo tal como se conocían hasta entonces.
Marx no era marxista. Lo aclaró él mismo en una especie de solo sé que no sé nada salvo alguna cosa, para intentar evitar malentendidos y poner los conceptos en su sitio. “Lo único que sé es que yo no soy marxista”, dijo refiriéndose a los marxistas de su época –el siglo XIX– y “horrorizado ante lo que pretendían”, según nos contaba en una entrevista en Filosofía&co. Carlos Fernández Liria, profesor en la facultad de Filosofía de la Universidad Complutense y coautor, junto a Luis Alegre, de El orden de El capital y Marx desde cero. Pero que no era marxista no era lo único que Karl Marx sabía. Sabía, o creía saber, muchas cosas más y puso todo su empeño en que se hicieran realidad y en difundirlas. El comité organizador del Congreso Internacional Pensar con Marx hoy, que se celebra del 2 al 6 de octubre en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, dice de él que fue no solo un activista político de primera línea, sino también un historiador de la economía, de la técnica, de la ciencia y de la política, y un filósofo original, un polemista y un periodista comprometido.
La gran expansión de sus ideas se produjo, sobre todo, cuando él ya había muerto. Desde entonces se ha hablado y escrito tanto sobre lo que dijo Marx, lo que dicen que dijo, lo que otros han dicho de él, en lo que acertó y en lo que falló, lo que aportó válido y ha quedado de sus ideas, lo que nunca aportó o nunca valió o valió pero ya no vale…, tanto, tanto que no siempre es fácil distinguir el grano de la paja, conocerlo sin filtros, para después juzgarlo, que, ya se sabe, todo gran influencer está expuesto a una lluvia de opiniones, halagos y críticas, likes y no likes, seguidores y opositores, grandes admiradores y acérrimos enemigos.
“Marx no era marxista y nunca dijo esas barbaridades ni miró por encima del hombro al pensamiento de la Ilustración –nos decía Carlos Fernández Liria–. Es verdad que hay algunos textos ambiguos, pero hay que saber leerlos. Su obra es perfectamente coherente con la tradición republicana, que es la tradición ilustrada. Marx demuestra una cosa que los filósofos de la Ilustración no podían saber porque eran anteriores a él, y es que el capitalismo era absolutamente incompatible con el éxito del programa político de la Ilustración porque sustituía a los ciudadanos por proletarios”.
Entender a Marx, una tarea no siempre fácil. «La mayor parte de los escritos de Marx son incomprensibles si se leen sin tener en consideración el contexto biográfico e histórico en el que fueron producidos y publicados (o no) –escribe César Rendueles, doctor en Filosofía y profesor del departamento de Teoría Sociológica en la Universidad Complutense de Madrid, en el prólogo del libro Karl Marx, de Francis Wheen, publicado por Debate–. Marx simultaneó durante toda su vida la actividad teórica y la militancia política, y buena parte de sus obras consiste en textos de intervención que no pueden ser tomados como declaraciones teóricas generales».
La lectura de su obra ha dado lugar a muy diversas interpretaciones. “A Marx hay que leerlo despacito, frase por frase, viendo bien qué es lo que está diciendo, línea por línea, con un microscopio”, dice el filósofo de origen argentino establecido en México Enrique Dussel en una conferencia organizada en la Universidad Internacional para la Salud de los Pueblos El Salvador sobre la actualidad de Karl Marx 150 años después de la publicación de El capital. Marxista o no, el peso del inspirador de esta ideología ha sido enorme. Un influencer en toda regla sin redes sociales ni falta que le hicieron. Sin Instagram ni Facebook, con ideas y libros, Marx fue capaz de extender su pensamiento por todo el planeta después de su muerte, llegar con él a varias generaciones que le han amado o le han odiado y crear tanto debate y tanta polémica que ríete tú de Twitter. “La onda expansiva de su legado intelectual solo puede compararse al efecto de los textos de las grandes religiones monoteístas –dice César Rendueles en el prólogo a El capital publicado por Alianza Editorial–. La recepción de sus ideas es un componente esencial de la gran falla ideológica que configuró la geología política de los siglos XIX y XX, un período de cambios sociales y culturales de proporciones neolíticas. El nombre de Marx ha sido invocado asidua e inflamadamente, por sus partidarios lo mismo que por sus detractores, en los procesos de conquista de derechos sociales que hoy consideramos irrenunciables, pero también como justificación del despliegue de armamento nuclear suficiente para volar el planeta en mil pedazos; en las experiencias artísticas más arriesgadas y sublimes, pero también como enemigo a batir por toda la clase de oscuros proyectos reaccionarios”.
“Lo único que sé es que yo no soy marxista”, dijo Marx refiriéndose a los marxistas de su época, el siglo XIX
Analizamos la figura de alguien que fue capaz de situar entre sus objetivos la descomunal ambición de “cambiar la historia” y de dedicarle al empeño todo su esfuerzo, su afán y su conocimiento. Nunca la historia de la filosofía se había visto tan afectada, entreverada, por la acción, y nunca la historia de los acontecimientos había sido diseccionada hasta el extremo de querer prever y preparar el futuro. “No es un secreto el impacto que ha tenido la obra de Marx en la historia –ha dicho el filósofo español Fernando Savater–. El marxismo no es simplemente una filosofía, sino una fuerza social transformadora y, a veces, una coartada para movimientos totalitarios, autocráticos, etc. que, con un revestimiento ideológico proporcionado por Marx, lo que han descubierto o intentado son nuevas tiranías burocráticas sobre los pueblos. En cualquier caso, pocos individuos han tenido una influencia personal tan extraordinaria como Marx en la historia. Y en la historia contemporánea creo que ninguno”.
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