Uno de los adjetivos que posiblemente mejor cuadran con el libro La imaginación conservadora, de Gregorio Luri (Ariel), es el de contracultural. El editor ya advirtió al autor de que hoy nadie se considera conservador y de que hace falta cierto valor para presentarse como tal. Fue precisamente esta advertencia la que acabó de decidir a Gregorio Luri, sabedor quizás de que todos somos más conservadores de lo que queremos creer.
Por Juan Piñol Ortega, de la Universitat de Barcelona
Con el propósito, pues, de predicar a los no creyentes, Luri presenta su cometido no como perteneciente a la teoría política o a la filosofía, sino encaminado a proporcionar los elementos de una imaginación conservadora. Pues son los «sentimientos, percepciones y predisposiciones» los que acaban siendo políticamente relevantes y «la historia es el proceso de transformar la imaginación en gestos». Siguiendo a Platón, Luri sabe que puede haber más poder en las canciones que en las leyes.
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