¿Cuál es el principal reto de la filosofía, o sus principales retos, en estos tiempos de zozobra, inseguridad e incertidumbre en todo el mundo?
Ángeles Eraña. Filósofa mexicana, presidenta de la Red Mexicana de Mujeres Filósofas
Ángeles Eraña es investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas, de la UNAM, la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue coordinadora del posgrado de Filosofía en la UNAM y actualmente es consejera universitaria y forma parte del Comité de dirección de la revista de filosofía Dianoia.
«Una de las búsquedas de la filosofía es la de formular preguntas que abran vías de indagación, que lleven a más preguntas, que no presupongan ninguna respuesta, que ni siquiera las indicen. Preguntar, sin embargo, no es algo sencillo. Hacer buenas preguntas requiere observar el mundo y asombrarse frente a él.
Desde mi perspectiva, en la incertidumbre que se ha instalado hoy como forma de vida, en el miedo del otro que nos habita cada día de manera más palpable, la capacidad de azoro ha sido dañada, la curiosidad deteriorada. Estas han perdido su capacidad de conmover, de perturbar, de estremecer. Y con este menoscabo han quedado privadas de su habilidad de desplazarnos. Si la filosofía se trata de preguntar, entonces en estos tiempos de zozobra, ella tiene un inmenso reto: encontrar nuevos resquicios desde los cuales asomarnos al mundo para verlo desde nuevos planos.
Tiene la tarea de abrir perspectivas de análisis profundo y el desafío de encontrar las grietas desde las cuales podamos vislumbrar las partes menos vistas y visibles del mundo para desde ahí formular nuevas preguntas que nos ayuden a comprender esta nueva realidad que apenas empieza a dibujarse. Tiene el reto de ayudarnos a comprendernos a nosotras mismas. Es urgente pensar modos de librar el bache en el que estamos todas empantanadas, imaginar cómo salir sin dejar al mundo más averiado de lo que ya estaba. La filosofía tiene el deber de pensar y proponer nuevas maneras de andar y vivir, de hacer de nuestra orbe un espacio habitable. Y esto implica formular cuestionamientos que azucen nuestra curiosidad, que despierten nuestras emociones y nos ayuden a movernos, a organizarnos, a mirarnos entre nosotras.
«Si la filosofía se trata de preguntar, entonces en estos tiempos de zozobra, ella tiene un inmenso reto: encontrar nuevos resquicios desde los cuales asomarnos al mundo para verlo desde nuevos planos»
Todo esto tendría que hacerse con una temporalidad pausada. La filosofía no debe apresurarse, ni aventurar hipótesis desde la corta mira que la prisa ofrece. El mundo está apremiado incluso en esta pausa que se ha instaurado entre nosotras. Pero el pensamiento es tiempo y en el tiempo se despliega. Debe, por ello, encontrar su propio tiempo. Si la filosofía es pensamiento, entonces ella no puede precipitarse, ni correr aprisa, ella necesita tomar su tiempo. Estos retos tienen también una dimensión espacial: las localidades tienen sus particularidades que no deben. Solo si miramos lo propio de cada espacio podremos atender y resolver lo que nos atañe de manera peculiar a todas quienes habitamos el planeta. Después podemos buscar lo común de lo diferente, pero debemos empezar a tejer el pensamiento desde lo local, desde lo urgente. Y es aquí donde el tiempo y el espacio deben encontrarse: lo urgente no es necesariamente lo inmediato. Cuando espacio y tiempo se descubren uno al otro sabemos qué es cuál».
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