¿Cuál es el principal reto de la filosofía, o sus principales retos, en estos tiempos de zozobra, inseguridad e incertidumbre en todo el mundo?
José Carlos Ruiz. Filósofo y profesor español
José Carlos Ruiz, doctor en Filosofía, es profesor en la Universidad de Córdoba y especialista en Pensamiento crítico. Colabora en la Cadena Ser con un espacio semanal de filosofía y pensamiento crítico.
«No creo que la filosofía tenga que hacer algo diferente de lo que ha estado haciendo los últimos 2.500 años, al menos en lo que respecta a una parte esencial de su esencia: la aplicación del pensamiento crítico al ámbito de lo real. Dudo que la filosofía tenga una misión o un reto específico indistintamente de si estamos en tiempos de incertidumbre e inseguridad o en periodos de prosperidad. Que el desánimo se expanda en periodos de crisis no es algo nuevo. Lo que sí es preocupante de esta ‘globalización mental’ es la ansiedad por encajar en las identidades sistémicas usando apenas una sola característica de las mismas. Cada vez es más frecuente someter la personalidad al paquete prefabricado de una ideología, usando como único nexo de conexión un simple elemento de simpatía y obviando la valoración del resto. Estamos olvidando el dinamismo que implicaba la construcción de la identidad a la vez que experimentamos el reduccionismo y estatismo que representa tener que encajar en una identidad totalitaria.
Este paradigma puede ser muy destructivo si no aplicamos el pensamiento crítico en los procesos de construcción de la personalidad. Y en ese sentido, la filosofía puede ser de ayuda desde el momento en el que siempre ha procurado examinar la esencia de lo real, del sujeto, de la naturaleza…
«En una sociedad dominada por la turbotemporalidad y el discurso afectivo, la seducción es la vía de acceso al sujeto. Esto no implica que la torre de Babel de la filosofía académica tenga que derribarse, pero habría que replantearse el modo de divulgar e incentivar el pensamiento crítico sin perder profundidad. Es necesario realizar un ejercicio de aproximación a lo cotidiano que anime al ciudadano a construir su identidad desde el pensamiento crítico»
Analizar y presentar las principales líneas estructurales que configuran la sociedad en la que vivimos, o indagar y cuestionar las proyecciones y ejecuciones de los distintos proyectos vitales que asumimos, son elementos capitales del análisis filosófico que nos pueden proporcionar un mapa y una geolocalización sobre lo que nos sucede. Ahora más que nunca, la ubicación y la orientación precisan de la filosofía de cara a dotar de sentido el proyecto vital. Porque no es lo mismo asumir una filosofía de vida que construirla.
Puestos a buscar un ‘pero’, y a modo de reproche, me quedo con aquellas palabras de Ortega y Gasset que decía que, en España, para persuadir, hace falta antes seducir, y mucho me temo que la seducción es la gran labor pendiente de la filosofía en la hipermodernidad. En una sociedad dominada por la turbotemporalidad y el discurso afectivo, la seducción es la vía de acceso al sujeto. Esto no implica que la torre de Babel de la filosofía académica tenga que derribarse, pero habría que replantearse el modo de divulgar e incentivar el pensamiento crítico sin perder profundidad. Creo que ahí está la clave de éxito si hablamos de ‘utilidad’ referida a la filosofía. Otras disciplinas han logrado entender a la perfección esta necesidad de seducción y encontramos a grandes antropólogos, físicos, médicos, químicos… adaptando sus investigaciones al gran público. Si queremos que la filosofía se convierta en una herramienta contra el desánimo que impera, es necesario realizar un ejercicio de aproximación a lo cotidiano que anime al ciudadano a construir su identidad desde el pensamiento crítico».
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