¿Cuál es el principal reto de la filosofía, o sus principales retos, en estos tiempos de zozobra, inseguridad e incertidumbre en todo el mundo?
Nantu Arroyo. Filósofa española
Nantu Arroyo realiza su tesis doctoral en la Universidad Autónoma de Madrid. Sus principales líneas de investigación son la filosofía de la historia y la historia de filosofía, así como la historia de las ideas políticas, especialmente enfocada en el siglo XVIII. Es miembro del proyecto FAILURE: Reversing the Genealogies of Unsuccess, 16th-19th Centuries.
«El espacio de la filosofía, como el de todo saber, es la experiencia, y por lo tanto, la vida diaria, la cotidianeidad. Creo que le hacemos un flaco favor a la sociedad cuando idealizamos la filosofía como la capacidad de maravillarse ante lo sublime o de moverse en el ámbito de las ideas. Es cierto que en filosofía, como ocurre con todo saber científico, trabajamos con tipos ideales que hacen posibles distintas clasificaciones que estructuran la realidad, pero no es menos cierto que, a veces, la realidad tiene la mala costumbre de no querer encajar en los moldes. Tampoco pienso endosarle a la filosofía capacidad alguna de prognosis; creo, más bien, que la filosofía es un saber íntimamente ligado al momento presente, a lo que es, a lo que está siendo. Si se me acepta, habría que comprender la filosofía como ‘conciencia crítica de la realidad’, es decir, como la capacidad para sospechar del propio sentido común y de toda supuesta ‘naturalidad’.
Vicios y virtudes
Pesa sobre la filosofía un prejuicio intelectualista que desde la institución académica contribuimos con frecuencia a reproducir. Sin embargo, una corriente de filosofía popular —que no populista— ha hecho su aparición en los medios de comunicación y redes sociales, especialmente desde que lo impensado e imprevisible hizo aparición el pasado mes de marzo de 2020, demostrando que el espacio de la filosofía es, también, la vida cotidiana; que la cosa no va de construirse castillos en el aire, sino de remangarse, mostrando así la buena disposición para el trabajo de reflexión, un trabajo que, no olvidemos, realizamos con el cuerpo entero, no sólo con nuestras cabezas. Pensar se piensa con el cuerpo, se piensa a medida que se presentan las cosas, las personas, los obstáculos, en definitiva, todo evento es susceptible de problematización.
«Filosofía es establecer nexos y conexiones, por eso la filosofía no debería renunciar a la totalización, al sistema, para que nada le sea indiferente»
Dicho esto, precaución: el filósofo virtuoso no es aquel que encandila con su saber, sino el que se pone al lado de otros para pensar juntos, el que se atreve a poner a prueba el propio sentido común, aquel que está dispuesto a incomodarse, a abandonar su zona de confort, a dejarse convencer por el otro; es aquel que piensa teniendo en cuenta que hay un otro y un afuera.
La filosofía como ejercicio vital
Para terminar, me interesa subrayar como esencial la dimensión práctica del ejercicio de la filosofía, que siempre tiene, si es verdadera filosofía, consecuencias vitales. La vida como ejercicio filosófico no te deja indiferente, te interpela y te transforma, como cualquier forma de arte. Poco sentido tiene adherirse a una tradición filosófica en concreto, como si esta tuviese el monopolio del pensamiento. Creo que hay que recordar que a la verdad siempre se accede desde una posición concreta, y cualquier posición es buena para dar cuenta de la realidad desde un punto de vista filosófico. Filosofía es establecer nexos y conexiones, por eso creo que la filosofía no debería renunciar a la totalización, al sistema, pero no para revivir la escolástica, sino para que nada le sea indiferente.
Por decirlo con Beyoncé:
I know you don’t care too much, but I still care.»
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